1. Destino

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El matrimonio Iwaizumi entraba por la puerta principal de la hermosa casa que compartían. Era ya mas de media noche y todo lo que Tooru Iwaizumi -antes Oikawa-, quería hacer era quitarse el bello kimono que estaba acostumbrado a usar en las cenas y galas a las que debía asistir con su esposo, para dormir cómodamente en su  gran y solitaria cama.

Sabía que se esposo no le prestaría atención, la hora de fingir y ser atento con él había terminado, ahora volvían a ser dos infelices personas, en una infeliz relación, compartiendo la misma infeliz casa. Así se dispuso a subir las amplias escaleras que conducían al primer piso de aquella hermosa mansión, dobló a la derecha y fue directo a la última habitación del largo pasillo.

Abrió las grandes puertas de madera y entró a su habitación. Ésta era grande y exquisitamente decorada con hermosos muebles clásicos de madera tallada. Frente a su cama estaba un amplio balcón por el cuál solía asomarse durante las noches que no podía dormir, al lado derecho de la habitación estaban los vestidores privados de Hajime y de Tooru, junto a un pequeño pasillo que conducía al gran baño privado de la habitación. En el baño había una bañera bastante grande, un gran tocador de mármol blanco con sus respectivos y grandes espejos, una ducha amplia separada de lo demás por finos muros de cristal y el inodoro que también parecía absurdamente lujoso. Todo en aquella casa era así: desde los manteles de la mesa del comedor hasta el trono donde el rey debía sentarse a cagar, todo, absolutamente todo, debía demostrar el lujo y estatus del que Hajime Iwaizumi gozaba.

De lado izquierdo de la habitación se hallaba un estudio privado y un gran sofá semi circular frente a una chimenea y sobre ésta, una enorme pantalla plana. Tooru estaba bastante acostumbrado al lujo de aquella habitación, así que le importa una reverenda mierda dejar la ropa que se iba quitando, regada sobre la fina alfombra, mañana lo levantarla. Lo que en verdad quería, era desnudarse y meterse al agua caliente para relajar sus tensos músculos.

Deslizó la suave seda del kimono por sus hombros y fue al baño a llenar la bañera de relajante agua caliente. En su espera contempló su reflejo en uno de los grandes espejos del baño. En ellos veía a un atractivo joven de cabello y ojos color chocolate, sus facciones eran muy llamativas y bellas. Su cuerpo estaba bien tonificado gracias a que se había negado a dejar de jugar voleibol después de casarse, era más alto de lo normal para ser un omega -medía 1.84- y si no fuera por la evidente marca de los dientes de Hajime del lado izquierdo de su cuello, justo entre su oreja y hombro, podría decir que nada en su aspecto le desagradaba.

Entró a la bañera cuando se llenó de la suficiente agua caliente y se hundió hasta la barbilla. Jugueteó un rato con las burbujas que el jabón había creado antes de decidir empezar a lavar su cuerpo; lo hizo con calma a pesar de la inapropiada hora para bañarse. Tooru buscaba serenarse antes de dormir, no tenía ganas de otra noche en soledad, por eso recordó con una sonrisa lo mejor de aquella tediosa noche.

Lo único bueno de ir con Iwaizumi a las galas de la alta sociedad alfa, era la oportunidad de alejarse de aquellas presuntuosas personas para hablar tranquilamente con su simpático y asocial, amigo Gatito-chan.

-¡Gatito! -había llamado animadamente en cuanto vio al pequeño omega de cabellos de un extraño rubio y mirada ambarina. Kenma tenía algo que despertaba la simpatía de Tooru, sobre todo cuando lucía tan diminuto y frágil en aquellos elaborados kimonos que evidentemente le incomodaban. El elegido para aquella noche fue uno rojo con pequeñas flores blancas pintadas a mano que combinaba con la corbata roja del alfa que era su pareja.

-Oh, Tooru -su somnolienta voz contesto su enérgico saludo-. Iwaizumi-san.

-¡Qué alegría verte! -dijo Tooru abrazando con fuerza al delgado rubio- ¡Ven! La mesa de postres está por allá.

DevórameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora