28. Decisiones.

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Sentado sobre la arena y a la orilla del mar, observaba como el oleaje cambiaba mientras se acercaba el atardecer.

La vista era hermosa y el ambiente cálido, parecía mentira que en otra parte del país estuvieran en invierno y que por lo tanto la temperatura fuera más baja que en esa ciudad costera, así que todo lo que hacia era disfrutar del agua fría que mojaba sus pies y de la brisa que revolvía su castaño cabello.

Sin duda alguna ese era el Año Nuevo más deprimente que había experimentado en toda su vida. No tenía nada que ver con el hecho de que estaría solo mientras otros festejaban en compañía de sus seres queridos, tampoco con que comería pollo frito y helado, más bien se debía a que echaba de menos a los amigos que dejó atrás cuando huyó de la ciudad.

¿Qué estarían haciendo? ¿Ya habría nacido el bebé de Kenma? ¿Lo extrañarían? No lo sabía pero quería creer que sí, pero también era realista al pensar que seguramente, y para esas alturas, ya todos sabían qué tipo de persona era: era un omega que iba por ahí acostándose con otros.

Tampoco era como si le importará lo que otros dijeran de él, desde su punto de vista nadie tenía el derecho de juzgarlo por el simple hecho de que nadie sabía lo que vivió al casarse con el primer alfa que lo compró a sus padres. Bueno, admitía que no todo fue malo y que hubo momentos en los que creyó que su relación pudo haber llegado a más, pero aquel pensamiento fue borrado de su mente gracias a lo que vivió los últimos meses.

Eso hizo que pensara nuevamente en su decisión.

Ya no tenía mareos y podía comer regularmente, lo que ayudaba a que estuviera de buen humor y con mucha energía para jugar con Los Cuadraditos que deseaban aprovechar sus pequeñas vacaciones para practicar con él todo lo que pudieran. Oikawa podía decir que su aspecto mejoraba, tanto que Ukai se permitía bromear con él diciéndole que si seguía así pronto tendría muchos pretendientes.

¡Cómo si eso le interesara!

Una pareja pasó cerca del omega tomándose de la mano al mismo tiempo que se comportaban acaramelados.

Tooru ya no deseó que pisarán mierda de perro al verlos porque tenía cosas más importantes en las que pensar, cosas como en lo que haría ahora que había tomado una decisión.

Le quedaba el consuelo de saber que no estaba solo, Suga estaba con él y lo apoyaba pese a saber que había dormido con otro alfa que no era el suyo. El beta le dijo, después de escuchar su historia, que no creía que hubiera hecho algo malo o bueno, sólo actuó pensando en lo que sería mejor para él y por ende no podía -ni debía- señalarlo.

—Probablemente yo hubiera hecho lo mismo —le dijo Kōshi—, así que todo está bien.

—Buscar ser feliz no es un crimen —agregó Ukai mientras fumaba.

Oikawa pensó que los Ukai le agradaban mucho, pues pese a que eran prácticamente unos desconocidos, no lo juzgaban y le daban su apoyo para todo lo que necesitara.

Bueno, pensó el omega, necesitaba muchas cosas ahora que su vida seguiría adelante y él debía afrontar el peso de la única decisión de la que, creía, se arrepentía.

Pero, ¿En realidad se arrepentía de ella? No estaba seguro, sólo sabía que de algún modo se encontraba varado en la casa de playa esperando a que un nuevo año llegara con la esperanza de que todo marcharía bien.

—Necesito una cerveza... —murmuró Oikawa observando la puesta de sol.

Era un paisaje tan hermoso que casi sentía pena por verlo solo, pero recordaba que sus nuevos amigos -al igual que los que dejó en la ciudad- tenían una familia con la que estar y planes que realizar juntos.

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