11. Tregua

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Tooru no se llevaba bien con casi todos los Iwaizumi, en especial con Masahiro Iwaizumi, padre de Hajime y jefe de su familia. El castaño estaba seguro de que aquel desagrado que despertaba en su suegro, se debía a que era un omega; después de todo, Hajime era el único miembro de su familia que había decidido tomar a un omega como pareja.

Masahiro y Hajime eran muy parecidos físicamente, ambos eran fornidos alfas de oscuro cabello y mirada penetrante, la diferencia entre los dos radicaba en su estatura -Hajime era más bajo- y en el color de sus ojos. Mientras Masahiro tenía oscuras orbes, Iwa-chan había heredado sus verdes ojos de Keiko-san, su madre.

La alfa de cobrizo cabello y deslumbrantes ojos color esmeralda, era la única persona -a excepción de Hajime- que era amable con Oikawa. Desde el primer momento en que conoció al castaño, Keiko Iwaizumi lo trató como a uno más de sus hijos.

La mujer era alegre y cariñosa, tanto que resultaba extraño que alguien con su simpatía perteneciera a una familia tan rígida como la Iwaizumi. Tooru le había comentado a Iwa-chan que su madre le recordaba a su escandaloso amigo con apariencia de búho, y fue en ese momento que supo que Keiko-san era tía paterna de Kotaro; el omega pensó que eso tenía sentido, sobre todo después de conocer al resto de los Bokuto.

Aún encontrando agradable la compañía de su suegra, Tooru se sentía un tanto incómodo bajo la persistente observación de Masahiro. Absurdamente, empezó a desear que Iwaizumi llegara pronto.

-Dime, cariño, ¿Te gustaron las flores? -le preguntó Keiko al castaño, en un intento de aligerar la tensión-. Hajime me dijo que te hizo enfadar y que no sabía cómo obtener tú perdón, por eso le sugerí los lirios.

-Me gustaron mucho, muchas gracias, Keiko-san -contestó Tooru, pensando en las flores que había rechazado. Luego le hizo una leve reverencia a la alfa-. Lamento mucho no haber atendido sus llamadas ayer, fui secuestrado todo el día por Akaashi y olvidé el móvil.

- ¿Todo el día? -cuestionó Masahiro, mientras lo observaba fijamente.

-Sí, Iwaizumi-san. Volví muy tarde y no me pareció prudente hablar de madruga -en serio, ¿dónde estaba Iwa-chan? Él solía defenderlo de su estúpido padre.

-Hay rumores sobre ustedes… se dice que no estás durmiendo en casa de Hajime -insistió el alfa mayor.

-No los he escuchado, señor -contestó Tooru. Aquel hombre en verdad le desagradaba.

-Masahiro… -habló la alfa como una advertencia.

-Quizás debas prestarle más atención al alrededor -el padre de Hajime no iba a desistir-. Es bastante extraño que llegues solo, ¿sabes al menos dónde está Hajime?

-Tuvo que…

-Surgió un problema en una construcción, padre -Hajime interrumpió al alfa mayor-, y como sé que odias esperar le pedí a Tooru que se adelantara.

- ¡Qué bueno que no tardaste mucho, cariño! -repuso Keiko-san, besando la mejilla derecha de Hajime.

-Madre, Tooru -Hajime beso a su madre en la frente y se sentó junto al castaño.

-Hola, Iwa-chan -Oikawa le sonrió ampliamente a su esposo.

-He visto extraños saludarse con más entusiasmo -Masahiro estaba muy pendiente de la forma en la que interactuaban.

- ¡Suficiente! Me tienes harta, Iwaizumi -la madre de Hajime estaba molesta, lo que sorprendió al omega-. Deja de cuestionar cada cosa que hacen, no es como si tú fueras mejor.

-Madre, cálmate -Hajime tomó la mano de la mujer.

-Exageras, Keiko, me preocupa el bienestar de Hajime -tras lo dicho, el alfa miró casi con desprecio a Oikawa.

DevórameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora