37. Instinto

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Yamaguchi, Hinata, Kayegama y Tsukishima estaban sentados en el borde de la acera y miraban todo el show mientras comían un helado.

Estaban sorprendidos de toda aquella situación, que casi podría parecer un programa de la TV, solo que en lugar de aquellos actores baratos era Oikawa-san quien armaba todo un escándalo en medio de la calle, sin preocuparse en lo más mínimo por llamar demasiado la atención.

Las ocasiones en las que el omega se había vuelto más posesivo con ellos se estaban tornando más frecuentes, sin embargo, lejos de molestarles, había generado curiosidad en adivinar cual sería el nuevo insulto con el que serían defendidos, eso los llevaba a mirar con vergüenza ajena a aquellos tipos que ya no sabían que hacer para que los gritos e improperios de Oikawa no llamaran más la atención y atrajeran a la policía.

Sin embargo, los cuatro concordaban en que esos tipos se lo habían ganado a puro pulso, o mano, nunca mejor dicho.

—Oikawa-san está furioso… —comentó Hinata quien estaba apoyado en el hombro derecho del alfa rubio.

—… muy furioso —afirmó Tadashi disfrutando de su helado de matcha.

—¿Deberíamos decirle que estamos bien?

—¿Para qué? —inquirió Tsukishima respondiendo a la pregunta de Kayegama—. Su estupidez los llevó a esto.

—… ¿No creen que es lindo lo que Oikawa-san está haciendo? —dijo Hinata.

—¿Lindo? ¿Crees que es lindo que esté gritando en medio de la calle? —la mueca de Tobio resultaba muy divertida.

—Bueno, es por nosotros… —comentó Yamaguchi.

—¿Es normal que sea tan escandaloso? —quiso saber Kayegama cuando Oikawa vociferó a los cuatro vientos que unos idiotas habían querido abusar de sus niños.

—Daichi-san dijo que los omegas son protectores… —agregó Yamaguchi.

—Pero Oikawa-san es un poco extremo, ¿No…?

—Pobre del bebé… —terció Kei después de oír a Tooru pedir a gritos un policía.

A estas alturas, y gracias a los lagrimones que el castaño soltaba, habían conseguido un pequeño público para su show; aquel grupo de personas que los rodeaban ahora murmuraba cómo alguien era capaz de atacar a un omega encinta.

A unos pocos metros del nuevo Drama Queen, los tipos que había originado todo esto -estúpidos alfas por supuesto- buscaban una pequeña distracción que les permitiera huir, sin embargo ya era tarde para eso, ya que los transeúntes que se habían detenido a mirar no los dejaban escapar y además un par de oficiales de policía acababan de llegar.

En ese momento, Tooru se tambaleó de lado a lado con una mano en su frente y empezó nuevamente a despotricar contra los tipos que habían osado aprovecharse de su indefensa persona.

No dudó en darle a los oficiales todos los minuciosos detalles de lo ocurrido esa mañana, así que empezó su relato diciendo que sus chicos y él estaban de visita en la ciudad como parte de una recompensa a los adolescentes por sus excelentes méritos deportivos; según él no tenían intención de buscar problemas porque su embarazo lo hacía mucho más frágil como omega, razón por la cual no entendía cómo era posible que unos patanes -en ese instante señaló a los alfas- encontraran divertido abusar de ellos.

Además les contó a los oficiales que después de desayunar en un bonito lugar donde preparaban unas malteadas deliciosas, caminaron al centro para buscar un helado que se le antojó a ET -lo que era comprensible viendo su gran barriga-, por lo que inocentemente y sin incomodar a nadie continuaron su pequeño recorrido hasta su destino cuando, con horror, notó que tres alfas los empezaban a seguir.

Llegados a este punto, los cuadraditos pensaron que si bien era cierto que Oikawa notó que los seguían -probablemente debido al gran número de bolsas que cargaban-, éste no se asustó, más bien puso una cara de fastidio mientras les decía irritado que los idiotas abundaban por todos lados.

Sin embargo, y en vista del buen papel que hacía de víctima, los chicos dejaron que Oikawa narrara los hechos muy a su estilo.

—¿Qué ocurrió después? —preguntó uno de los oficiales.

—Oiga, nosotros sólo íbamos caminado por aquí...

—¡Y seguro caminas mientras palmeas el trasero de un niño! —rugió Tooru logrando que los policías vieran con desagrado al alfa que intentaba defenderse.

Omega & ET: 1 – Alfas estúpidos: 0

Después de caminar un par de cuadras siguiendo los consejos del omega de no prestarle atención a los tipos que los seguían, Hinata se horrorizó cuando una mano desconocida apretó sus glúteos en lo que pareció ser un pequeño accidente.

Claro que Tooru no lo tomó así, por lo que hizo que el pequeño omega caminara delante de él y sus compañeros, no sin advertirles a los imbéciles que los molestaban que dejaran de hacerlo.

Ojalá hubiera sido así.

Pero no.

Así que Tooru se las ingenió para armar todo un escándalo.

Y ahí estaba, bastante rojo y muy grande, con el rostro hinchado y con unas gruesas y convincentes lágrimas rodando por sus mejillas, ¡Ah! y con un helado de vainilla y lima que había conseguido en el lugar en el que se había refugiado.

Mientras uno de los policías tomaba nota de las palabras de Oikawa, el otro llamaba refuerzos y les aseguraba a los cuadraditos que no tenían nada que temer; los chicos sólo asintieron con la cabeza.

—… señor, no se altere.

— ¡Qué se disculpen con mis niños! —Tooru contaba con lujo de detalle como uno de esos alfas se había restregado contra su trasero mientras esperaba en la fila por su helado—. ¡Esos violadores en potencia estaban decididos a sobrepasarse con Chibi! ¡Y los muy idiotas trataron de hacer lo mismo conmigo! ¡Estoy encinta! ¿Tienen idea de lo peligroso que resulta en mi estado que quieran pasarse de listos? ¡Pues no, evidentemente no lo saben! ¡Los demandaré si algo malo le pasa a mi bebé!

—¡El idiota exagera! —protestó un chico que no se dejaba intimidar.

—¡Tú exageraste al tocar a Shōyō y querer golpear a Tadashi y a Kei! —rugió el castaño atravesándolo con una fría mirada—. ¡Tienen 16 años, maldito bravucón!

—Esto es grave, los chicos son menores de edad…

—Mis chicos están en primer año, juegan voleibol en el equipo de su preparatoria —dijo el castaño con una voz más dulce—. Debería verlos, oficial, en verdad apestan pero se esfuerzan por ser mejores.

Tsukishima frunció el ceño. ¿Era necesario que dijera algo así?

—… vamos, no es para tanto, nos disculpamos y ya, problema arreglado ¿no?

—Depende del señor, ¿quiere levantar una queja formal? —los policías, Oikawa y los pobres diablos que se metieron con ellos seguían hablando—. Mencionó que tiene abogado, si gusta puede llamarlo para que él vaya a la estación con nosotros, así no pasara por más estrés.

—¡Oh, eso suena bien! —contestó Oikawa con la sádica sonrisa que los cuadraditos conocían bien—. Lo llamaré.

Mientras los agresores eran llevados a una de las patrullas que habían llegado, Oikawa llamaba tranquilamente a su abogado al mismo tiempo que se aseguraba que sus “sobrinos” estuvieran calmados, pues parecía preocuparle que éstos tuvieran miedo después de tan desagradable accidente.

Por su lado, los adolescentes aún estaban procesando toda la situación que había dramatizado el omega y su curiosa barriga, sobre todo porque se había salido con la suya al usar todo lo que tenía a su disposición para parecer una pobre víctima… quizá por eso era tan gracioso que ninguno de los policías o los tipos encerrados en la patrulla, imaginaran siquiera que Oikawa Tooru no era tan tierno y frágil como lo parecía.

Después de unos veinte minutos y que Tooru insistiera en invitarles un helado a los oficiales como agradecimiento por su magnífico servicio, una lujosa y gran camioneta plateada arribó al lugar donde todos esperaban al abogado del castaño; los adolescentes observaron con curiosidad al hombre de robusta espalda y grisáceo cabello que bajó de ella para mirar amenazante a todos aquellos que se interponían en su camino.

—Hola, búho —saludó Tooru muy casualmente degustando su tercer helado de chispas de chocolate con mango.

Casi por arte de magia, el rostro del hombre se relajó para luego cambiar su expresión y abrir sus grandes y dorados ojos para observar bien a Oikawa y a los chicos que estaban sentados a su lado. El pobre alfa no sabía qué hacer porque estaba totalmente confundido: había recibido una llamada de su secretaria diciéndole que Akaashi estaba en problemas gracias a unos idiotas, sin embargo, en lugar de Akaashi estaba Tooru comiendo un helado con unos adolescentes.

¿Cuántos helados se habría comido? Porque estaba muy gordo… estaba gordo, tan gordo y redondo que uno podía pensar fácilmente que estaba encinta…

—¿Oikawa…? —Bokuto se acercó a abrazar al castaño solo para comprobar que no alucinaba al pensar que lucía embarazado.

—¿Oikawa? ¿Eso es todo lo que tienes que decir? —se quejó el omega con gesto amargo.

—Eh… bueno… ¡Luces gordo! ¿Has estado comiendo mucho? —repuso Bokuto intentando comprender por qué el chico estaba de nuevo en la ciudad.

—¿Gordo? ¿En serio me dices gordo, tú, vieja ave de rapiña? —siseó Tooru bastante ofendido mientras los cuadraditos suspiraban: nada le ofendía más al omega que le dijeran gordo.

—Es que… ¡Vamos! ¡Estás tan grande que pareces encinta!

—Lo sé —repuso arrogante el chico, casi quitándole importancia al asunto—. Ellos sin Chibi, Pecas, Lentes y Amargado-chan.

—Bokuto Kotaro… —¿Qué significaba eso? ¿Fue una confirmación? Kotaro estaba seguro de que así era—. Ahora, dime bien qué fue lo que pasó.

¡Oh! Ahí estaba de nuevo, la estrella nominada a los Scar´s de Oro como mejor actor de reparto.

Incapaces de entender qué era lo que pasaba, los cuadraditos vieron cómo el alfa recién llegado se enteraba de todo el incidente acontecido.

De pronto y abruptamente, el hombre que era amigable con Oikawa cambió su actitud  al empezar a hablar seriamente con los policías sobre las consecuencias que tendría en su cliente un susto tan grande como el que había sufrido por el acoso de unos extraños.

Increíblemente, en tan solo quince minutos Bokuto logró hacer que los agresores fueran obligados a tomar un curso ciudadano sobre conciencia moral, firmando además un compromiso en el cual se obligaban a no volver a atacar a adolescentes u a otro omega creyendo que podían aprovecharse de la situación.

Además, como premio consuelo, los alfas debían pedir una disculpa a los cuadraditos y al castaño por su terrible comportamiento.

—Bueno, eso sí fue problemático… —suspiró Kotaro una vez que despidió amablemente a los oficiales que atendieron el llamado exagerado de Oikawa—. Por cierto… ¿Quiénes son ellos?

—Eres un idiota, lechuza sin cerebro —refunfuñó el castaño sorprendiendo a los adolescentes por la forma en la que hablaba—. ¿Qué no me prestaste atención? Pobre Akaashi, lidiar contigo no debe ser fácil...

— ¡Ah! ¡No es eso…! ¡Y Akaashi no sufre a mi lado! Bueno… últimamente sí ¡Pero no es mi culpa…! Quizás sí lo es un poco… ¡No, en definitiva yo tengo la culpa! ¡Ahh, pero se ve tan lindo…! ¡Y Atsushi también está muy feliz…!

—Por lo general no es tan idiota —les explicó Tooru a sus adolescentes que no comprendían el actuar del alfa.

—Eh… Oikawa-san..

— ¿Qué, Pecas? —preguntó el omega ignorando el monólogo sin sentido de Bokuto.

— ¿Vamos a seguir paseando o…?

— ¡Cierto! ¡Las compras! —contestó el omega abrazando al beta—. Oye, viejo búho...

Para ese momento Bokuto había dejado de delirar con Akaashi y Atsushi, ahora se centraba en Hinata y Tsukishima, quienes eran interrogados para brindar detalles de cómo era que conocían al castaño y si en verdad estaban bien porque, siendo honesto, le parecía increíble que Tooru cuidara a unos adolescentes cuando obviamente detestaba a la gran mayoría de las personas.

—Hey, Bokuto...

— ¿De verdad? —el alfa seguía ignorando a Oikawa; tenía los brazos cruzados sobre su pecho mientras escuchaba de Kayegama que el castaño los entrenaba—… Oikawa en verdad es bueno, aprovechen que está de buen humor para aprender todo lo que puedan de él… ¡Ah, ya sé! ¿Qué tal si van a mi casa y jugamos voleibol un rato? Mi amigo Kuroo también jugaba voleibol, pero su equipo pocas veces le ganó al mío… Yo era la estrella, ¿saben…?

— ¡Estúpido Bokuto, te estoy hablando!

— ¡Oye, estoy hablando con Chibi y Amargado…! Esos son sus nombres, ¿Cierto?

Una vez más los cuadraditos se sorprendieron cuando Tooru golpeó en el brazo a Kotaro.

— ¡Pues yo te hablé primero! —se quejó Oikawa—. ¿Podrías decirme por qué rayos Makki y Mattsun no me contestan? Los llamé un montón de veces para que se encarguen de esos idiotas y me ignoraron.

Bokuto volteó a ver con atención al castaño mientras procesaba sus palabras; al parecer ignoraba el accidente de Iwaizumi.

—Oikawa, ¿Te quedaras mucho tiempo? —preguntó el hombre con seriedad.

— ¿Ah? Sólo unos días.

—Ah, ya veo… esas son muchas bolsas, ¿Qué tanto tienen ahí? —quiso saber Bokuto dispuesto a no tocar el tema de Iwaizumi.

—Algunas cosas para ET —contestó Hinata sin duda alguna.

— ¿ET?

—Sí, ET —repuso Oikawa con fastidio después de pegarle en la cabeza al joven omega—. También hay muchas cosas para Atsushi y Kenta, íbamos a comprar algunas cosas más hasta que esos idiotas me arruinaron el día...

— ¿Vas a ver a Akaashi? ¡Seguro se alegrará de verte! ¿Qué les parece si los llevo? —cuestionó Bokuto espontáneamente—. Pero debemos hacer tiempo, aún debe estar trabajando…

— ¿A qué se debe tanta amabilidad? —siseó Tooru viendo al alfa con escepticismo—. No necesito chófer, ellos pueden cargar las cosas, están entrenados para eso.

—No somos sus sirvientes —intervino Kayegama con mala cara.

— ¡Te acabo de salvar el trasero! —gruñó de inmediato el castaño golpeando el brazo del chico—… y yo que me puse en peligro por ti...

—Eso no es verdad…

— ¿Tú también, lentes? ¡Bien! ¡Bien! ¡Dejen que ET y yo salvemos sus traseros cada vez que su estupidez los pone en riesgo! Esto lo sabrán Suga y  Daichi, seguro ellos me entenderán.

—Daichi-san le dijo que no hiciera cosas innecesarias… —aventuró a decir Tadashi mientras Bokuto los observaba con interés.

—… pequeños idiotas —bufó Tooru— ¡ya no les ayudaré a mejorar la horrible forma en la que juegan! ¡Vayan a buscar a alguien más a quien explotar!

—… Oikawa-san, ¿tiene hambre…?

— ¡No me vengas con eso, Chibi! ¿Crees que todo lo soluciono comiendo? —Oikawa y Godzilla, estampado en su playera a la altura de ET, veían acusadoramente al chico—… Aunque en verdad tengo antojo de ramen…

— ¡Bien, está decidido! —intervino Bokuto sorprendiendo a los chicos por su determinación y entusiasmo—. Vayamos a comer antes de ir a casa, yo invito.

—Oikawa-san… —Kayegama, Tsukishima, Yamaguchi e Hinata veían al castaño esperando sus órdenes.

—Estás siendo muy amable, Bokuto… y no me has dicho por qué rayos Makki y Matsukawa no me contestan.

—No lo sé, quizás están haciendo bebés —repuso el alfa despreocupado tomando las bolsas que Yamaguchi sostenía—. Vamos, ya tenemos un buen rato aquí y sé que no es bueno para ti o el bebé quedarse con hambre.

Tooru no dijo nada, sólo observó como Bokuto dirigía alegremente a los cuadraditos hasta su auto mientras intentaba descubrir la razón por la que el hombre actuara así con él aun cuando en su última visita no les dió detalles sobre el por qué se fue sin decirle nada a nadie… Sin embargo, llegó a la conclusión que Bokuto simplemente seguía siendo Bokuto, el amigable e idiota hombre que conocía, así que seguramente no había dobles intenciones en su actuar.

El castaño subió a la camioneta del alfa preguntándole por qué había cambiado de auto, sorprendiéndose en demasía cuando éste le dijo con orgullo que volvería a ser padre. Gracias a eso, y para horror de los chicos, Oikawa insistió en ir de compras una vez más apenas terminaran de comer, pues estaba decidido a llevarle aún más cosas a sus sobrinos, en especial al que, como ET, nacería en unos meses.

Bokuto no tuvo queja alguna al momento de acompañar a los adolescentes y a Oikawa de compras porque le agradaba ver la nueva -y fascinante- faceta por la cual el omega pasaba debido a su embarazo.

Kotaro sabía que Tooru quería mucho a Atsushi y a Kenta, sin embargo, nunca lo había visto actuar tan maternal con otras personas que no fueran sus sobrinos, por lo que se sorprendió al ver cómo les ordenaba a sus acompañantes ponerse los cinturones de seguridad en cuanto subieron al auto, guardar silencio y no pelear por estupideces; les dió unas botanas para que mantuvieran la boca cerrada -al parecer las favoritas de los adolescentes-, agua o jugo en caso les diera sed e intervino muy a su particular estilo, los pequeños roces que hubieron entre ellos.

Pero eso no fue todo, en el restaurante al que fueron a comer abrazó protectoramente a Hinata cuando unos chicos lo vieron con atención, alejó a Yamaguchi de unas lagartonas oportunistas y se apoyó en el hombro de Kayegama y Tsukishima cuando éstos se enfadaron después de pelear sobre quién se sentaría al lado del chico de anaranjado cabello.

Bokuto jamás había visto a Oikawa comportarse así, pero le gustaba mucho la forma en la actuaba, en especial cuando hablaba con ET para quejarse sobre lo estúpidos que eran los cuadraditos, así que dedujo que todo se debía a su embarazo.

¿Sería el embarazo la razón por la que huyó? ¿Ese niño era de Iwaizumi?

Esa idea le dio escalofríos ya que recordaba bastante bien la confesión de Hajime sobre lo que pasó los últimos días de su relación con el castaño…

De cualquier forma debía hablar con Oikawa para decirle que no sólo tomaría su caso en el divorcio, también se aseguraría de que Iwaizumi no lo lastimara nunca más; mientras tanto, se divirtió a lo grande con los adolescentes y la fiereza del castaño.

Cuando dejaron el restaurante, después de una muy divertida comida en la que los cuadraditos discutían y Oikawa ponía orden con todo tipo de amenazas, todos fueron al centro de la ciudad a seguir expandiendo el montón de bolsas que Oikawa ya tenía en el auto de Bokuto.

Una vez más el alfa presenció la forma en la que Tooru trataba a los chicos, sonriendo al darse cuenta que los consideraba para cada decisión que tomaba al llevarse alguna cosa.

Tooru, que arrastraba a los cuadraditos en su pasión por las compras, estaba muy animado ante la idea de tener otro sobrino por lo que no podía decidir qué cosas llevar y que dejar, así que los adolescentes lo ayudaban a tomar sabias decisiones. Estaba seguro que de no ser por esos niños, Tooru llevaría todo lo que se le atravesaba y le parecía genial.

— ¡Hey, esto me gusta para ET! —exclamó Oikawa mientras caminaban por el centro comercial; había visto un cochecito infantil con puas de dinosaurio sobre el capó.

—Ya tiene muchas cosas de dinosaurio para ET —repuso Kayegama torciendo la boca—. Y no las podrá usar si es niña.

— ¿Qué dices, Tobio? —preguntó burlón Oikawa—. ¿Qué lo compre para que tú lo cargues? ¡Qué amable!

— ¿ET es niña? —quiso saber Bokuto que ya se imaginaba a Atsushi en un cochecito igual.

—No lo sabemos —contestó Yamaguchi—, pero Oikawa-san ha comprado muchas cosas con dibujos de dinosaurios y Godzilla para ET.

Bokuto volvió a fijarse en la playera que Oikawa llevaba; por alguna razón pensó que eso era algo que Iwaizumi usaría.

—Quizás sea mejor que esperes a saber si es niño o niña —sugirió Bokuto—, así podrás comprar todo lo que quieras.

— ¿Tú también, búho…?

— ¡Mire, Oikawa-san! ¡Ese vestido es bonito! —espontáneamente Hinata señaló a otra tienda donde exhibían un bonito vestido rosa con un flores blancas.

— ¡También me gusta, Chibi! Pero creo que se vería mejor en verde, así combinaría con sus ojos—contestó Tooru sacudiendo al delgado omega por los hombros—. ¡Hey, miren! También hay ropa para postes andantes como ustedes…

—El único poste es Tsukishima —dijo Hinata ganándose una fría mirada del rubio.

—Es mejor eso a estar tan cerca del suelo… cualquiera puede pensar que eres un nabo anaranjado —repuso el rubio defendiéndose.

—¡Hey!

—Dejen de ser un dolor de cabeza —amenazó Tooru con una dura mirada; después tomó las muñecas de Yamaguchi y Tobio—. ¡Vamos a mejorar su sentido de la moda!

Bokuto reía divertido mientras los adolescentes ponían cara de sufrimiento, parecía ser que ellos no estaban tan entusiasmados con las compras como Oikawa pero tampoco había mucho que pudieran hacer para cambiar la decisión del castaño: simplemente dejaron que los vistieran como se le dió la gana a Oikawa.

Pero no todo fue tan malo para los chicos como Kotaro supuso que lo sería: Oikawa parecía conocer bien los gustos individuales de cada uno, por los que basándose en eso y en su propio sentido de la moda, eligió varios conjuntos que les sentaron bastante bien. Eso hizo que volviera a preguntarse cuánto habían convivido de esa forma.

— ¿Oikawa siempre es así con ustedes? —le preguntó a Yamaguchi.

— ¿Ah?, sí, siempre —repuso el pecoso.

— ¿No les molesta?

—No realmente… Oikawa-san es amable con nosotros y nos enseña muchas cosas, no sólo sobre voleibol, también nos ayuda con nuestras tareas y a estudiar para los exámenes —dijo Yamaguchi—. Nos trajo a la ciudad porque aprobamos nuestros exámenes y mejoramos las notas, dijo que merecíamos una recompensa por no ser tan tontos como nos creía.

—Ah, ya veo. Es extraño que lo haga.

— ¿Qué quiere decir?

—Oikawa no es así con muchas personas, supongo que en verdad le agradan —repuso Bokuto observando al castaño discutir con Tsukishima porque no quería llevarse un suéter.

Finalmente, y después que Oikawa abasteciera sus armarios con novedosos outfit, Bokuto recordó que seguramente Akaashi ya estaba en casa, así que podrían ir a su hogar para descansar un rato en lo que la cena -que el alfa pensaba pedir a domicilio- llegaba.

El camino hacia el hogar de los Bokuto fue un poco más apretado que al principio por cortesía del montón de nuevas cosas recién adquiridas, así que una nueva discusión se formó cuando Hinata debió viajar en las piernas de alguno de sus compañeros. De nuevo, Oikawa detuvo la pelea al decirles a los chicos que si no querían que Shōyō se sentara por un rato sobre uno de ellos, entonces tendrían que lidiar con él y su enorme trasero.

Kotaro no dejó de reír por un buen tiempo, en especial cuando notó que Yamaguchi quería morir por ser el que llevaba al omega de anaranjado cabello sobre sus piernas mientras sus compañeros lo miraban molestos.

En medio del trayecto a casa Bokuto recibió un par de llamadas de Akaashi, pero las ignoró al estar manejando y riendo de las peleas infantiles en las que Tooru también participaba cada vez que los cuadraditos le decían algo que lo hacía enfadar. Fue por eso que, después de un largo día, no reparó en el auto que estaba estacionado frente a su casa y cuyas placas no conocía.

Al aparcar, Bokuto le dio las llaves de su hogar a Tooru para que se adelantara a saludar a Keiji y Atsushi, ya que él se encargaría junto a los adolescentes, de bajar las cosas que había comprado.

Apenas Tooru entró al hogar de Bokuto sus sentidos se pusieron alerta, diciéndole que algo andaba mal y que debía marcharse.

— ¡TÍO TOORU! —gritó Atsushi en cuanto lo vió entrar, pues él jugaba solo en el recibidor mientras su madre y su otro tío hablaban.

— ¡Akaashi, adivina qué sorpresa traigo conmigo! —saludó alegre Bokuto entrando junto a los cuadraditos.

—Tooru...

No solo Akaashi veía sorprendido a Oikawa, a su lado, sin saber cómo actuar ni qué hacer, Hajime observaba al chico que seguía rompiendo su corazón porque, debajo de ese olor que tanto amaba, sentía el perfume de otro alfa.

Instintivamente Tooru cubrió a ET, pues en lo único que pensaba era en protegerlo.

La nave espacial había llegado.






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