31. ¿Aceptación?

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Tooru escrutaba con gesto agrio el gran libro de cocina que había comprado en el centro comercial, éste era ahora su enemigo ya que no podía encontrar alguna receta sencilla y apetitosa que pudiera poner en práctica con su casi inexistente experiencia en la cocina.

¿Era en serio? ¿Pasto, honguitos y raíces podrían hacerlo sentir con más energía? ¿Cómo se suponía que eso pudiera siquiera llenarlo? Llevaba semanas alucinando con un buen filete, unos mariscos en tempura ó un gran plato de tonkatsu, sin embargo era una pena que comer sano no fuera su fuerte o su especialidad, pero los constantes regaños de Daichi lo tenían lo suficientemente harto como para hacer el intento por ser más disciplinado con tal de librarse del irritante doctor que le recordaba a cada jodido minuto, que ya no sólo se trataba de él.

El castaño veía todas esas “riquísimas y saludables ensaladas para mantenerse sano durante el embarazo” con fastidio pensando que nada de eso se le podría apetecer a alguien que no fuera un conejo, una cabra o un caballo. ¿En serio las personas encinta no comían otra cosa más que comida sana como arroz al vapor, frutas y toneladas de vegetales? ¿Y si él quería comer un poquito de comida basura? Ah, lo olvidaba, ahora vomitaba hasta el aire que respiraba; realmente iba a tener serios problemas con la comida.

—En verdad eres un fastidio… —dijo Tooru picándose el abdomen con uno de sus dedos—. Ni siquiera puedes distinguir entre una barbacoa o una col pero debo comer más sano gracias a ti.

Con un suspiro, se planteó el hecho de no tener más que dos opciones: preparar alguna de esas maravillosas ensaladas y comidas balanceadas que se recomendaban en el libro para “tener una buena alimentación en el embarazo” y jalar con ello en el proceso a los cuadraditos cuando fueran a practicar con él, ó dejar que las verduras crearan un pequeño universo con su propio ecosistema dentro de su refrigerador y dejar que los kilos y kilos de legumbres, vegetales, frutas que compró el mismo día que adquirió el libro, se malograran.

Un tanto aburrido del libro que hojeaba, decidió buscar más ideas para comer en internet, así que fue por su computadora no sin antes tomar una botella con agua del refrigerador. Apenas llegó al sofá más grande de la sala, se acomodó y empezó con su nueva búsqueda.

Oikawa buscó en la red más formas de comer sanamente que involucraran una mayor variedad de carnes, pues detestaba la idea de vivir de alimentos al vapor y sin mucho sabor. Para él era muy importante modificar lo menos posible su rutina, pues de alguna manera aún no asimilaba del todo el estar esperando un bebé que no planeó.

Era por eso que seguía actuando con normalidad pese a que Sawamura le advertía que debía tener cuidado y no excederse con los partidos de voleibol o con su forma de comer.

A decir verdad, todos aquellos discursos lo tenían sin preocupaciones, el sinfín de recomendaciones médicas de Daichi eran oídas pero no escuchadas, por lo que no las tomaba en cuenta ya que el alfa no tenía idea de lo que se sentía esperar un bebé que no le causaba ninguna emoción.

Tooru se preguntaba si en verdad era normal la apatía que sentía por su estado pese a que le había dolido pensar en abortar, porque, siendo sincero con él mismo, sabía que no podía quitarle la vida a un ser que realmente no tenía la culpa de nada.

Aunque… pensándolo bien, aquel pequeño intruso si tenía culpa; era culpable de los mareos matutinos, de las muchas veces que tenía que ir al baño a orinar y ni qué decir sobre lo molesto que era descubrir que su ropa -en especial los pantalones- empezaban a quedarle apretados porque, misteriosamente, sus caderas habían empezado a ensancharse y no era siquiera porque comiera mucho. ¡Era tan frustrante pensar en comida a cada instante!

—¿Por qué todo lo que luce delicioso es tan complicado de cocinar? —se quejó Oikawa al saber que sería incapaz de cocinarse algo más que algunas variedades de udon o curry—. Debería contratar a alguien que cocine, así sería más fácil...

DevórameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora