16. Control

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Amable, juguetón, tenaz, fuerte, infantil, leal, optimista, eran algunas palabras que las personas solían usar para describir a Kotaro Bokuto.

Para muchos, el fornido alfa era un hombre muy agradable y extrovertido, capaz de relacionarse fácilmente con otros, sin importar la situación. El carisma de Bokuto lo hacía sobresalir incluso entre otros alfas, pues era bullicioso y todo un lío si dejaba su alegre carácter, cuando algún pequeño error lo deprimía.

A decir verdad, muchos admiraban a Kotaro, y es que para ellos, el hombre era un ejemplo a seguir: buen deportista, gran abogado, buen hijo y buen padre, tenía una sólida carrera en ascenso, cumplía con las metas que se fijaba, y tenía un buen omega de pareja. En pocas palabras, Kotaro era un magnífico alfa, el modelo al que todos aspiraban llegar a ser.

Era por eso que el único defecto que le encontraban, solía ser su gran entusiasmo. Para todos resultaba inconcebible pensar que el amable fortachón, podía tener más defectos; pero los tenía, y sólo Akaashi los conocía.

Sin embargo, el omega no estaba interesado en que otros conocieran aquella parte de la personalidad que su esposo, sólo mostraba con él. Aunque pensándolo bien, nadie creería que Bokuto era dominante y celoso.

La sola idea parecía una broma.

Por eso, sólo Akaashi conocía al verdadero Kotaro.

Ya que Akaashi y Bokuto se conocían desde su infancia, nadie notó que el instinto alfa del pequeño Bokuto salía a flote con Keiji, y eso se debió en gran medida, a que el omega era calmo y parecía darle por su lado al alfa, pues siempre lo dejaba hacer a su gusto. Los mayores pensaron que Akaashi ignoraba al enérgico alfa, por lo que se les hizo gracioso que pese a la aparente falta de interés del moreno, Kotaro insistiera en jugar con él.

Nadie le prestó mayor atención a su relación por dos sencillas razones: en primer lugar, eran niños que no le daban importancia a ser alfa u omega, y en segundo lugar, Kotaro siempre fue amable, sociable y juguetón, por lo que se consideró normal que se hiciera amigo del niño que era menor que él -sobre todo porque a Akaashi no le molesta su enérgico carácter-.

Así, bajó la opinión generalizada de que Bokuto y Keiji tenían una curiosa amistad, su relación fue madurando.

Pese a que había pasado hacía muchos años, Keiji recordaba bien, la primera ocasión en la que Kotaro se mostró posesivo con él.

Akaashi tenía nueve años y Bokuto diez, estaban jugando en el parque que quedaba cerca de sus hogares, cuando unos vecinos del moreno lo invitaron a jugar al escondite con ellos. Al pequeño omega no le pareció mala idea ir con los otros niños, pues Bokuto jugaba carreras con sus demás amigos, por lo que se podía decir que Akaashi era ignorando. Así, con entusiasmo, se unió al equipo de niños que se escondían entre los árboles y demás juegos infantiles instalados en el parque.

Akaashi estaba escondido detrás de un gran árbol que tenía unos arbustos a su lado, esperando con impaciencia poder salir de su refugio para correr hasta la base y salvar a sus compañeros, por lo que se sorprendió cuando Kotaro tomó su mano con fuerza y se lo llevó casi a rastras, del lugar.

Caminaron en silencio un par de minutos hasta llegar a una fuente que estaba frente al gran reloj del parque. Hasta ese momento, el moreno se había mantenido en silencio, más estaba molesto por lo forma en la que se vio obligado a dejar su juego, así que le reclamó al niño de ambarina mirada, su proceder.

–Yo estaba jugando con mis amigos –se quejó Keiji con un puchero en su rostro.

–¡Pero estabas conmigo! –exclamó Kotaro.

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