13. Complicidad

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Makki miraba al matrimonio Iwaizumi partir de su hogar, para ir a cenar a la casa donde Hajime había vivido casi toda su infancia y gran parte de su adolescencia. El castaño no entendía qué tipo de demoníaco espíritu se instaló en Oikawa, pues era todo un acontecimiento que decidiera acompañar a su esposo -por cuenta propia-, a la casa de sus padres.

-Quizás ambos intentan llevarse bien -comentó Matsukawa a su lado.

-Claro… sobre todo Oikawa… -siseó Makki con gesto agrio.

-Hombre, ten un poco más de fe -bromeó el moreno que lo veía divertido-. ¿Vienes? No creo que regresen temprano, y si lo hacen, no quiero estar aquí cuando lo hagan.

-Supongo que tienes razón – contesto Hanamaki-. ¿Vamos por carne asada y cerveza?

-Claro, suena bien…

Matsukawa y Makki dejaron la casa de Iwaizumi, pues en verdad ninguno tenía idea de lo que pasaba entre Tooru y Hajime, pero tampoco estaban deseosos de saberlo.

Mientras tanto, en el Mustang verde que Iwaizumi conducía hacia la casa de sus padres, la excitación aumentaba rápidamente. Tooru se había puesto una yukata azul con pequeñas flores rojas pintadas sobre los bordes de las mangas, por lo que se veía en verdad bien, sobre todo porque su seductora sonrisa invitaba a su esposo a observar más del espectáculo que estaba dando: el descarado omega se masturbaba en el asiento del copiloto.

Hajime apenas podía concentrarse en el camino, el embriagante olor del castaño lo llamaba con desespero, tanto que estaba muy tentado a dar media vuelta e ir a un hotel para coger con él hasta el cansancio. Pero ya había hablado con su madre anunciando que pronto estarían en su casa, así que debía continuar su viaje y aguantar sus enormes ganas por poseer a Tooru.

Un pequeño y excitante gemido salió de los labios de Oikawa cuando su orgasmo llegó.

Los verdes ojos de Iwaizumi devoraron al omega que trataba de controlar su agitada respiración, pequeñas gotas de sudor resbalaban por su cuello y su expuesto pecho. Una sonrisa se poso en los labios de Tooru.

-¿Feliz? -le pregunto Hajime viendo a su sexy esposo.

-No en verdad. Iwa-chan, al menos hubieras usado tus dedos -repuso con descaro Oikawa acomodándose la ropa.

-Eso te hubiera satisfecho -dijo Hajime estacionándose a un lado del camino.

-¿Qué ocurre, Iwa-chan? ¿Te molesta que llegue luciendo excitado? -Tooru aún tenía humor para molestar a su esposo.

-No sólo luces excitado -Iwaizumi mantenía un gesto serio.

-¿No? ¿Cómo luzco según tú, Iwa-chan? -pregunto el castaño que no entendía al alfa.

-Hermoso.

Hubo un breve silencio en el que Tooru busco una salida a la incómoda situación.

-¿No se supone que debe alegrarte que todos te vean con tu joven y lindo omega? -pregunto Oikawa.

-Lo dices como si fueras un trofeo -repuso Iwaizumi-. Tranquilízate, o pensarán que tuvimos sexo antes de llegar.

-Vamos, sabes que es así -insistió el castaño con burla-. El gran y poderoso Iwaizumi Hajime llegando de la mano de un atractivo y joven omega…

-Eso no me interesa -Hajime se había enfadado y Tooru lo sabía.

-Claro… y a mi tampoco. Digamos que estamos felices y satisfechos si eso te complace -dijo el omega fijando su atención en el camino-. Finjamos que no sólo el sexo es lo que nos hace felices.

DevórameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora