Capítulo 27: "Viajar a Arizona"

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Jane no sabía que decir o que hacer. Paul estaba nervioso, sus manos temblaron y salpicaban la sangre en pequeñas gotas... muy discretas, Jane analizó el cuerpo de Linda, sin duda, ninguna de sus teorías anteriores se asemejaban a lo que podía pasar.

—. ¿Qué haces ahí, idiota? —preguntó enojada— ¡Levántate! ¿Qué hiciste?

—Yo... no, no hice nada...—tartamudeó al borde de un colapso.

—Toma—Jane metió su mano en su bolsillo—, límpiate con esto—le dio un pequeño pañuelo color beige con holanes rosas.

Paul hizo dicha acción al mismo tiempo que limpiaba las rodillas de su pantalón, era negro, por lo tanto, no se veía que había pasado. Se lo devolvió a Jane y volvió a guardarlo en su bolso de mano, al mismo tiempo de que pedía una explicación lógica y coherente.

—Bueno... no sé si sea lógica, pero...—dijo Paul— ¡No lo sé! Yo entré, grité varias veces su nombre y ella salió del cuarto de allá—señaló—, ya tenía el vientre todo ensangrentado, su rostro era pálido y apenas si podía caminar. Nada más me vio y se desparramó en el suelo, me agaché ante su cuerpo e intenté hacerla reaccionar. Ella sólo dijo: "Ni buena... ni querida". ¡No entiendo ni a lo que se refería! Pero luego, ya no exhaló ni una sola vez, no dijo nada más, la moví de hombros para hacerla reaccionar, toqué sus heridas y por eso me llené de sangre. Luego, entraste tú.

—Espera... espera—dijo Jane preocupada— ¿Eso pasó en menos de cinco minutos?

—Sí...

— ¿Y por qué no gritaste?

— ¡Ni siquiera podía asimilar lo que pasó! Dios... ¡Es un horror total! —sollozó— No me agradaba, pero... ¡No quería que muriera!

—Oh... por el más...

Jane iba a decir algo, Paul solamente miraba con terror el cuerpo de Linda, pero recordaron la razón importante por la que habían ido al departamento y visto ese terrible acontecimiento.

— ¡Heather, Mary! —gritaron al unísono.

Se dirigieron a la otra habitación, donde esperaban encontrar a Heather y a Mary, pero no había nada, buscaron en su mirada y era evidente que no estaban. No había rastros de violencia o de que hubiera algún enfrentamiento de un asaltante contra Linda, pero era claro que... fue así, ya que se habían llevado a las dos niñas. Solamente se notaba un pequeño camino de gotas de sangre, ese que había hecho Linda al ver a Paul.

—No están... Dios... esto no puede estar pasando...—dijo Jane al bordo del colapso.

—Vámonos—propuso Paul.

— ¿Qué?

—Huyamos pronto de aquí... y si nos preguntan, nosotros no sabíamos absolutamente nada

— ¿Estás idiota? ¿Por qué quieres hacer eso?

—Porque... ¡Es obvio que me culparán! Yo no hice nada, lo juro...

—Bueno, Paul—Jane mantenía la cordura—, el que nada debe, nada teme. Y si no tuviste nada que ver en esto... tendremos que hacer frente los dos, ¿Vale?

—P-pero Jane...

—Nada de peros, llamaré a la policía.

Paul asintió molesto, enojado y nervioso, mientras Jane llamaba al servicio de Scotland Yard.

(...)

El servicio funerario llegó más rápido de lo que ellos hubiesen esperado. El atardecer era gris, las nubes hacían un ambiente triste y desolado, al mismo tiempo, unas gotas de lluvia caían directamente hacía la tierra. Los vecinos veían curiosos y sorprendidos como la camilla se llevaba el cadáver de la pobre Linda, Jane estaba muerta del miedo, pero no más que Paul, quién había sido la persona que observó todo. Se acercó el jefe de Scotland Yard mientras la policía hacía inspección general.

Si Jane hubiera dicho "Sí" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora