La habitación de Kilin quedó completamente a oscuras. Una vela resplandeciente apareció de la nada en medio de las tinieblas.
— ¡Kilin!— se escuchó con fuerza. Una voz firme y gruesa llamaba a la puerta. Su tono de voz lo hacía parecer impaciente
— ¡Escóndete! ¡ AHORA! —murmuró la hechicera clavando los ojos en Kem quien se agachó rápidamente y se ocultó bajo la mesa — ¡Si mi Señor Dead! ¡Ya voy!
La mujer abrió con desconfianza y temor dejándolo pasar. Kem miró fijamente al visitante a escondidas. Su aspecto era terrorífico y espeluznante. Sintió ganas de gritar, pero se tranquilizó aguantando la respiración.
— Necesito tu ayuda Kil —dijo finalmente el esqueleto bien vestido echando un profundo suspiro. Su traje relucía mas que todo lo que había en la habitación, estaba tan limpio que no coincidía con su cráneo sucio y amarillento.
— Gerd... ¿en... en qué puedo servirte?— preguntó Kilin mientras se sentaba en un sillón.
— Estoy preocupado ¿Sabes? — murmuró Gerd mientras se incorporaba en una silla. Kilin levantó ambas cejas con un gesto de sorpresa. Gerd Dead no era un tipo de preocuparse por nada, por lo contrario siempre parecía tener todo fríamente calculado — Estoy preocupado por la nueva.
— ¿Cuál nueva? — exclamó Kilin aclarando la garganta para disimular.
— No sólo me preocupa que no pueda ingresar... Me preocupa que pueda salir — murmuró Gerd con la voz entrecortada bajando la mirada.
— ¿Puede salir?— repitió Kilin asombrada — ¿¡Cómo es eso posible mi señor!?
— Shh... — chistó el esqueleto llevándose el dedo pulgar a la boca — ¡Nadie puede saberlo! Y tú debes evitar que se vaya.
Sin dejar que Kilin le conteste, Gerd se levantó de un salto y se marchó por la puerta colocándose nuevamente su galera. Cruzó la puerta y a los pocos segundos desapareció en medio de la neblina oscura.
Kilin se aseguró durante un par de minutos que no regresara vigilando por la ventana. Al voltearse, levantó el mantel que cubría la mesa y extendió su mano para ayudar a Kem a levantarse.
— ¿Ya puedo salir?— susurró Kem cubierta de polvo bajo la mesa tambaleandose para finalmente pararse.
—¿¡Lo oíste?! ¡Puedes irte!— gritó la mujer de felicidad — ¡PUEDES VOLVER!
— Lo oí... Pero, no entiendo ¿Cómo podría hacerlo? Yo crucé el portal oscuro. Logré oír el silencio... No sé como volver. No hay manera de hacerlo.
— Tu esposo esta buscándote, Kem. Está haciendo hasta lo imposible con tal de verte aunque sea una última vez. Deberías intentarlo de algún modo... ¡Yo voy a ayudarte a que salgas de aquí!
— ¿Enserio...? — murmuró la reciente difunta con lágrimas en los ojos.
— No caben dudas. Ayer... Tú dejaste esa nota. Es decir, ayer fuiste a dejarla hace 5 meses atrás— murmuró Kilin con voz de ultratumba, como si aquello que hubiesen hecho se tratara de magia negra o algo de lo que no debería de hablarse —Fue un mensaje oculto, un pequeño acertijo para que Velkam lo descifre y de ese modo sepa que no puedes entrar en el mundo de los muertos. Que algo te detiene... Pronto terminara el día de la Marcha Negra y creo que ellos son los únicos que pueden ayudarte a salir de aquí. Sino me temo que... Quedarás varada en el centro de los espejos para siempre
— ¡No pueden hacerme esto! ¿De verdad quieren ayudarme a volver? Pero... Kilin yo... Yo estoy muerta. Tuve un terrible ataque al corazón. Lo viví, lo sufrí, lo sentí... — dijo Kem con angustia y al mismo tiempo con un hilo de esperanza. Toda aquella situación la tenía más que confundida.
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La Marcha Negra
Fantasía¿Que tal si te dijera que la muerte viene a buscarte? Y no, no es un funeral, es una fiesta y hay que celebrar. Vivir en una ciudad en donde el día de bodas debes intercambiar tu corazón con el de tu pareja no parece ser algo ideal ni soñado para al...