Capítulo N° 21 - Almas

111 8 2
                                    

— Velkam acaso ¿no entiendes? A los asesinos tampoco los busca la Marcha Negra.

— Pero si no estoy pidiendo que te busquen a ti, necesito que me lleven a mí...

— ¡No, claro que no! Olvídalo, ni lo sueñes — exclamó la niña cruzándose de brazos. Por la puerta se aproximó rápidamente la Sra. Norris de lo más agitada, como si hubiese subido las escaleras a trote.

— Srta. Adams, un muchacho la busca abajo — dijo con la respiración entrecortada y desapareció rápidamente de la habitación.

Bick salió sigilosamente por la puerta y corrió por el pasillo, se asomó por los barrotes de la escalera que se extendía por los costados y vio a Gerard muy formalmente vestido junto a la puerta.   La muchacha comenzó a desesperarse y se le aceleró el corazón con fuerza. No entendía bien si era por la emoción de verlo o por sentir una angustia comprimida al no poder contarle toda la pesadilla que había sufrido la noche anterior. Corrió nuevamente a la habitación y se miró en el espejo: sus labios continuaban lastimados y le daba vergüenza que él la viera así.

  — Dime que es ese tal Gerard y juro que... — Velkam parecía estar enfurecido por haberlos atrasado en su camino a las criptas y de un segundo a otro haber desaparecido, pero no quería juzgarlo aún sin saber qué le había ocurrido. 

— ¡Tranquilízate de una vez!  — exclamó Bick en un tono desesperado — ¡Está vivo! Eso es lo importante. Si Gerd Dead lo encontraba hasta hubiese sido capaz de llevárselo con tal de tener otro muerto al cual torturar.

La muchacha se retiró de la habitación y bajó lentamente las escaleras pero no encontró rastros de Gerard por ningún lado. Al pisar el último escalón notó que la puerta se encontraba abierta de par en par. Asomó temerosamente la cabeza y agudizó la mirada siendo envuelta por una ráfaga de viento helado que le revolvió los cabellos.

Se quitó rápidamente los mechones de cabello que cubrían su rostro y notó que Gerard se encontraba sentado en el andén del ingreso a la casa. Bick sintió que se le congelaba el corazón por un instante. Respiró hondo y se sentó junto a él en silencio sin decir ni una sola palabra. Ninguno de los dos se animó a cruzar miradas, sus ojos estaban perdidos en la nada misma.

La tez de Gerard estaba más pálida de lo normal  y sus labios presentaban un color morado como si estuviese sufriendo de hipotermia.  Traía puesto un traje muy  reluciente y entallado que lo hacía lucir muy atractivo, pero su rostro reflejaba mucha angustia y arrepentimiento la cual desentonaba con tanta elegancia .

Se limitó a mirar a Bick de reojo quien estaba a su lado. Sentía un gran cargo de consciencia por todo lo sucedido la noche anterior, pero no podía desaparecer sin disculparse por abandonarla de ese modo en medio del cementerio.  

Ella tampoco se resignó a hablar, sentía vergüenza de que la viera así y una gran decepción le invadía el alma. Pero al mismo tiempo tenerlo ahí era todo lo que en esos momentos necesitaba. Su presencia la hacía sentir protegida y, de algún modo, quería hacerle saber por todo el martirio que había tenido que pasar la noche anterior luego de su desaparición. 

 — Estoy decepcionada... — se limitó a decir con un hilo de voz que apenas dejó percibir sus palabras. Un nudo en la garganta y un vacío en el pecho la dejaron sin habla.

— Lo sé... —  suspiró el muchacho bajando la mirada —  Lamento haberte hecho ilusionar, fingiendo ser alguien o algo que no era... 

Bick permaneció en silencio unos segundos intentando no entrar en un ataque de pánico repentino, tomó una gran bocanada de aire y le clavó la mirada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 01, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Marcha NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora