Capítulo N° 19 - Muerte

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Bick ubicó muy formalmente a Gerard en la mesa de los comensales y corrió escaleras arriba a ver a su primo que continuaba recostado en su alcoba. La fea sensación y el rostro casi desfigurado de Mikey volvían a la mente de Bick una y otra vez. ¿Acaso el Portal Oscuro lo había sacado de sus cabales? 

— Primo... — murmuró la muchacha muy débilmente para no despertarlo de un susto— Mikey, ya está listo el almuerzo... ¿Te encuentras bien?  

 El muchacho abrió lentamente sus ojos que parecían continuar estar cansados y angustiados. Las lágrimas no habían parado de cesar incluso dormido y eso podía notarse en unas inmensas ojeras que los contorneaban.

  — Lo... Lo lamento —  susurró el muchacho sin quitar los ojos del techo — Sé que... Sé que todo esto parece una locura pero...  

— Mikey... Tranquilízate — Bick se acercó y se arrodilló junto a su cama — Ya lograremos solucionar todo. Ten paciencia.

— ¿Solucionar? —  exclamó con la voz ahogada —  No hay nada que solucionar Bick, las cosas son como son y lo que vi fue una advertencia. Si no hacemos lo que Gerd Dead quiere...

— ¿Y qué es lo que se supone que Gerd Dead quiere? — interrumpió la niña un tanto confundida — No te referirás a que dejaremos que se deshaga de Kem.

— Ahí está la diferencia Bick... ¿Acaso no lo entiendes? Él no tendría porqué hacerse cargo de nadie. ¡Kem estaría 5 metros bajo tierra repleta de moho y gusanos en estos momentos si no fuese por Gerd Dead!

— ¡MIKEY! — exclamó la muchacha asqueada levantándose de un salto — No puedo creer que te refieras de ese modo a mi hermana. Kem no se merece estar en un cementerio olvidado ni mucho menos... Ella se merece vi...

— ¿Vivir? — interrumpió Mikey —  ¿No te das cuenta, verdad? Kem ya no vive, Bick. Kem está muerta. No hay nada que podamos hacer, ella no volverá... Y... Todos, un día también vamos a morir y será para siempre.

— Mikey basta... No entiendo porqué tienes estas ideas en la cabeza cuando ayer estábamos más que decididos en ir a buscarla.  

La puerta de la habitación se entreabrió y una silueta se acercó lentamente:

— Perdón... ¿Está todo bien? —  preguntó Gerard mientras enfocaba su mirada en los ojos de Bick quien parecía querer partir en llanto en cualquier momento. 

— ¿Y tú?... ¿Se puede saber de dónde demonios saliste? —  preguntó Mikey con un tono sarcástico intuyendo que aquel muchacho no había hecho más que ir en el peor momento. 

— ¡Mikey! No voy a permitir que te refirieras de ese modo a Gerard — gruñó Bick frunciendo el ceño y ruborizándose de  la furia —  La mesa está servida. ¿Quieres comer? Pues, baja. No insistiré más.

Y sin decir una palabra más, la muchacha se retiró de la habitación seguida de Gerard quien cerró la puerta. Estaba enfadada y se sentía cansada de que la trataran como una niña tonta "¿Acaso no entiendes?". 

Al llegar al gran comedor, su padre Edward y Velkam los esperaban expectantes. 

  — ¿Y tu primo? —  preguntó el Señor Adams aclarándose la garganta y colocándose una gran servilleta de tela en el regazo. 

 — Bajará cuando tenga ganas... —  respondió Bick con el ceño fruncido sentándose en la mesa y repitiendo la misma operación de la servilleta que había hecho su padre. 

  — Está todo.... ¿Bien?  —  preguntó Velkam clavando sus ojos verdes en los de Bick que parecían estar a punto de emitir llamas de furia. La muchacha respiró hondo y sonrió muy cordialmente para no dar detalles del asunto.

La Marcha NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora