12. Verdades a medias, mentiras completas

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Judy se sentía en medio de un dilema del cual definitivamente no podía escapar

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Judy se sentía en medio de un dilema del cual definitivamente no podía escapar.


Luego de regresar a casa aquella fatídica madrugada, sintiéndose fatigada y llena de ansiedad, no pudo hacer mucho más que llorar hasta dormirse. Sólo en la soledad de su habitación fue plenamente consciente de sus acciones. Y de las consecuencias que podían acarrear.


Se había planteado contarle toda la verdad a Beatrice, aunque esta la odiara luego de eso. Le aterraba la idea de que la propia Eileen le hubiera contado ya sobre el incidente, y sólo estuviera esperando que se presentara en su casa para llenarla de bien merecidos reclamos.


Sin embargo, no podía aplazar sus visitas diarias a su hermana mayor. Si lo hacía, resultaría sospechoso. Y si ya sabía, sólo le daría más motivos para enfadarse.


Debía enfrentar las consecuencias de sus actos, como la mujer madura que era, pensaba mientras se escondía bajo sus cobijas y abrazaba con fuerza su peluche favorito.


La tarde del lunes no tuvo más opción que salir de su escondite y dirigirse al apartamento que su hermana mayor compartía con su prometida. Sólo así sabría cómo proceder, y qué tan mal estaba la situación.


Cuando la puerta del apartamento se abrió, y Beatrice se asomó, sintió ganas de esconderse. Su hermana tenía una expresión bastante seria en su rostro, casi desilusionada. Judy pudo sentir que su voluntad se quebraba casi de forma literal.


—Beatrice... sé que estás enfadada, sólo déjame explicarte...


—No hay nada que explicar—interrumpió su hermana, haciéndose a un lado para permitirle pasar—. Sabía que lo harías, de todos modos.


Judy soltó un jadeo de sorpresa ante sus palabras, pero aún así ingresó a su hogar. Siguió a su hermana cuando esta se dirigió a la cocina para preparar el té, atenta a todos sus movimientos. Si bien se sentía muy nerviosa, también un poco extraña.


—No pareces muy enfadada—comentó de repente con algo de curiosidad, ladeando su cabeza.


—No estoy enfadada, Judy—aclaró su hermana mayor, negando levemente mientras sacaba un par de tazas de la alacena—. Un poco decepcionada, quizá. Pero no enfadada.


Judy observó a su hermana servir el té, guardando silencio por el momento. Definitivamente algo extraño estaba ocurriendo, y apenas lo iba notando. Tal vez...

¡Vamos, Eileen!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora