7. Dulce distracción

914 68 24
                                    

Los viajes en autobús eran para Judy una oportunidad para pensar y salir del encierro que suponía el hogar que compartía con sus padres

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los viajes en autobús eran para Judy una oportunidad para pensar y salir del encierro que suponía el hogar que compartía con sus padres.


Estaba muy acostumbrada a escabullirse de la casa cuando ellos no estaban vigilándola, y tomar el primer bus a cualquier lugar. Sólo que esta vez sí sabía exactamente a dónde iba.


Cuando llegó a La Villita, se sintió como en casa. En aquel barrio vivían sus mejores amigas Janet y Amy junto a sus padres, atendiendo una panadería bastante exitosa entre las tantas del lugar.


Judy estaba acostumbrada a que las calles estuvieran bastante atestadas de personas, muchos de ellos turistas que se dirigían allí para tener una probadita de la cultura mexicana en Chicago. Ella visitaba el lugar más seguido que cualquier otro, así que lo conocía muy bien.


Varios comerciantes la saludaban amablemente al verla pasar, pues no era muy fácil para ella pasar desapercibida. Judy había aprendido algunas palabras en español, como "hola", "sí", "por favor" y "gracias", entre otros. Sin embargo, rara vez los usaba, a menos que se encontrara con residentes que no manejaran muy bien el inglés.


Cuando llegó a la panadería, "La Aurora", el señor Sanchez la atendió con una sonrisa y le regaló un 'amorcito', el cual ella aceptó a pesar de saber que no comería más que un par de mordidas.


Dándole mordiscos distraídos a su tartaleta, fue que se dirigió a la casa que se encontraba detrás de la panadería, directo a la habitación que sus mejores amigas compartían. Sabía que no necesitaba pedir permiso para ingresar, por lo que no lo hizo.


—Creí que estarían atendiendo la panadería hoy—comentó al verlas allí, acercándose a la cama de Janet para dejarse caer allí.


—Nah, es nuestro descanso—respondió Amy distraídamente, sin apartar la vista de la pantalla del televisor ni sus dedos de su joystick—. ¡Janet, deja de hacer trampa!


—¡No es trampa cuando yo lo hago, enana!


—¡Que lo dejes...!


Judy observó a las dos hermanas discutir sobre su videojuego, intentando tomar los controles de la otra, antes de desviar la mirada al 'amorcito' que tenía en su mano. Apenas le había dado tres mordidas, y ya no lo quería.


Suspiró, enderezándose y dejando el dulce en la mesita de noche más cercana.


¡Vamos, Eileen!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora