13. Cruzar la línea

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Afortunadamente, recordaba el camino hacia aquel lugar escondido

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Afortunadamente, recordaba el camino hacia aquel lugar escondido. No le tomó más que diez o quince minutos llegar, y con un suspiro, adentrarse en la pequeña arboleada.


Mientras caminaba entre ramas molestas, intentando que ninguna se metiera dónde no debía, se preguntaba por qué diablos Judy estaría ahí, sin decirle a nadie. ¿Acaso le había contado a Beatrice sobre lo ocurrido? Descartó la idea enseguida, su prometida estaría más furiosa que asustada en ese caso.


El silencio sepulcral, sumado a la oscuridad que comenzaba a extenderse poco a poco sobre ella, hizo que Eileen casi se diera la vuelta y regresara a su auto más de una vez. Pero no se sentía capaz de hacer tal cosa, sabía que no haría más que decepcionar y preocupar a Beatrice.


Cuando por fin logró subir, respirando con cierta agitación, pudo ver que efectivamente allí se encontraba su cuñada. Sentada sobre el pequeño monte, dándole la espalda y aparentemente, muy concentrada observando las estrellas que comenzaban a notarse en el cielo.


Eileen aclaró su garganta de forma sonora para llamar su atención, provocándole un sobresalto cuando se volvió para mirarla.


—Eileen...


—Sí, esa soy yo—respondió la aludida con un respoplido, quitándose una pequeña ramita del cabello al acercarse—. ¿Se puede saber qué crees que estás haciendo aquí?


Judy apartó la vista entonces, volviéndose nuevamente hacia el paisaje nocturno que se extendía justo frente a ella. Soltó un largo suspiro que denotaba cansancio y resignación.


—Sólo quería estar sola—farfulló luego de un momento, con voz baja y casi inaudible—. Todavía quiero estar sola...


—Es una lástima, porque no me pienso ir de aquí sin ti.


Eileen realmente no quería arruinar su falda de diseñador con posibles manchas de césped, pero tampoco le parecía una muy buena idea quedarse ahí parada mientras hablaba con la muchacha. Finalmente se sentó a su lado, con un suspiro.


—Tu hermana está muy preocupada por ti—comentó apenas se hubo acomodado, viéndola de reojo, a la espera de cualquier reacción de su parte —. Cuando me llamó, realmente parecía alterada.


—Beatrice exagera por todo—correspondió Judy con naturalidad, encogiéndose de hombros—. Ya deberías estar acostumbrada a eso.

¡Vamos, Eileen!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora