Tarde en la noche. Espero el último bus de regreso a casa. Llega un señor a la parada. Se sienta junto a mí. Pasa de los sesenta años. Por el rabillo del ojo me doy cuenta que me está hablando. Me quito los audífonos. Me saluda otra vez. Conversamos del tiempo, la tecnología, los aparatos de música modernos y otras cosas. La plática deriva en cuestiones personales. Me cuenta que es viudo desde hace algún tiempo. No tiene hijos y se siente muy solo. Es un poco excéntrico. Cada vez que me mira siento que quiere penetrarme hasta el alma, pero es solo su mirada, todo lo demás en él parece inofensivo. La falda me cubre hasta las rodillas, justo donde tengo un raspón. Pregunta qué me pasó. Le digo que no es nada, solo un herida que me hice en el deportivo. El viejo comenta que es una pena que no cuide mi piel tan linda. Sonrío incómoda. Sonríe también con dientes manchados de tabaco. Vacila un poco y después me pregunta si no me importaría mostrarle el resto de mis piernas. Me quedo callada y busco en la calle señales de mi bus. Nada. La conversación va de mal en peor. Empieza a hablar de sexo. Intento ignorar sus insinuaciones y hablo de otras cosas, pero él no se da por enterado. Tomo mi teléfono, lo activo y pretendo que hablo con un amigo. Pone su mano en la banca, muy cerca de la mía. Su dedo meñique me acaricia. Retiro la mano y lo miro con temor. Sonriendo con amabilidad, como si estuviera jugando, pregunta "¿Te vas a poner difícil?". Me toma de la muñeca. Forcejeamos. La calle se ilumina. Llega el bus que va hacia el centro. Me queda al otro lado de la ciudad pero la situación no está para ponerse chula. Intento liberarme pero me aprieta más fuerte, lastimándome. Pateo su espinilla y cuando me suelta me subo corriendo al bus que va vacío. Me siento cerca del chófer para que me ayude por si el viejo entra también. Por la ventana lo veo. Se ha quedado ahí. Me mira sonriendo mientras se soba la pierna. El autobús avanza de prisa por las calles vacías. Todo mi cuerpo tiembla. El chófer me mira por el espejo. Pregunta si estoy bien. Le digo que sí. ¿Qué te pasó en la rodilla? Una niña bonita como tú no debería...
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La Desventura
Short StoryLa vida cotidiana, encuentros y desencuentros, drogas, amigos, sexo, fantasía, humor y amor en relatos cortos.