¡Estoy sola!

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Son mis días de adolescente rebelde. Sábado. Llego a casa como a media noche. No estoy en mis cien. Me encierro en mi habitación. Pijama y a la cama. Suena el teléfono. Es una amiga. Contesto. Ella está en el antro y no me escucha. En lugar de decirme ven o qué se yo me pregunta con quien estoy. Le digo que estoy sola. No me oye. Pregunta de nuevo con quien estoy. ¡Sola!. ¿Con quien? ¡¡¡Estoy solaaa... Estoy sola!!! La música no la deja escucharme y sigue preguntando con quien estoy. Le grito. ¡¡¡¡Estoy solaaa... Estoy sooolaaa... Chingadamadre... Estoy soooooollllllaaaaaaaaaa!!!! A las mil me entiende y dice vente para acá. Obvio, me vestí de nuevo y me fui con ella como hasta como las siete de la mañana. Duermo como velador en jornada de 36 horas. Despierto tardísimo. Tengo resaca. Muero de sed. Voy en calzones a la cocina de la casa. En la sala me encuentro a mi mamá, a mi papá, a mi hermano y al padre Castro. Mamá está seria. Me pide que me siente junto a ella. Tienen cara de que alguien se murió. Temo lo peor. Todos se quedan en silencio hasta que el padre Castro dice: Hija, tus padres están muy preocupados. Anoche te encerraste en tu habitación y gritaste muchas maldiciones, queremos que sepas que no estás sola. Tienes a Dios y a tu familia...

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