Recortes de papel

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Mi mamá es de esas mujeres de iglesia que a todo el mundo quiere convertir a la religión católica. Su estrategia es sencilla: una vez a la semana escoge una oración a la virgen y después le saca unas mil copias que reparte a extraños en la calle. - Joven, ¿Es usted católico?

El asunto es que este fin de semana fui a Veracruz a visitar a mis padres. El domingo llevé a mamá a misa y después me pidió que la llevara al Office Depot a sacar copias de sus oraciones. Generalmente me hubiera negado porque sé que en ese lugar se tardan una eternidad en atenderte, pero habíamos pasado unos días tranquilas, sin pelear, y no quise arruinar el momento.

Nos tocó el turno 65 y apenas iban por el 42. Demonios, a esperar. Hacía mucho calor y mi humor estaba empezando a ponerse gris cuando vi a la criatura más hermosa que ha pisado esta tierra. No pasaba de los veinte, traía el cabello negro, lacio y la piel muy blanca que resaltaba en su minifalda corta de mezclilla azul, blusa y cinturón cafés con sandalias de mohicana.

Estaba en el mostrador de las copias, junto a nosotras. Iba acompañada de un muchacho que parecía su novio, pero rápido me di cuenta que el chico era gay por su manera de hablar y su lenguaje corporal. Además tenían una conversación algo surrealista. Él le estaba contando que nunca aprendió a usar las tijeras y que no sabía hacer recortes de papel, a lo que ella le decía que eso era una estupidez, que hasta un niño de brazos sabe cortar papel.

Me gustó su manera de expresarse y, en general, me gustó todo de ella. La miraba embobada hasta que mi mamá metió su cuchara y le dijo a la chica que yo le ayudaría con sus recortes para que terminara más rápido. La chica aceptó de buena gana y me explicó lo que había que hacer. Me contó que los recortes eran para un trabajo de la universidad. Le pregunté (sabiendo la respuesta) si el chico era su novio y casi se dobló de risa al tiempo que me dijo que no, que no tenía novio. Quise preguntarle en tono de broma si tenía novia, pero no me atreví.

Cuando terminamos los recortes me agradeció eternamente la ayuda y ella y el chico se despidieron de mí con un beso en la mejilla. Yo estaba nerviosa como nunca, pero feliz de verla sonreir. La seguí con la mirada hasta que se subió a su auto y se fue. Me quedé con la sensación de haber conocido al segundo amor de mi vida y haberla perdido en un solo momento. Mamá se acercó y me preguntó qué tal. Haciéndome la desentendida le pregunté a que se refería.

- ¿Cómo se llama?

- No sé, no le pregunté.

- ¡No me digas que no le pediste su teléfono!

Mamá está cambiando. Yo también.

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