LLegan una señora y sus tres hijos a la pizzería. Quieren la misma pizza que pidieron la última vez pero no recuerdan cuál es y no la encuentran en el menú. Hago unas de preguntas y les digo que debe ser la Gitana o la de papa, porque son las únicas que llevan pepperoni. Los niños empiezan con la cantaleta de es esta... no, no, es la otra... que no, que es esta. Se dan empujones y discuten a gritos. Le digo a la señora que me de cinco minutos.
Voy a la cocina y le pido al chef que prepare porciones individuales de cada una. Cuando las tiene listas las llevo a la mesa y les digo que son cortesía de la casa, para que puedan decidir. Las devoran con ansias y empiezan a discutir otra vez. Me gusta más esta... no, no, la otra está deliciosa... que no, que la mejor es esta. El más pequeño es el peor. Finalmente se deciden por la Gitana tamaño familiar. La señora hace esfuerzos inútiles para controlar a sus adorables criaturas. Paso la orden a la cocina y le pido al chef que se de prisa porque los niños de esa mesa son unos demonios. ¡Están corriendo por todo el lugar!
Cuando por fin está lista la llevo a la mesa. La señora pone el grito en el cielo. La pizza tiene jalapeño. Señora, la pizza Gitana lleva jamón, pepperoni, jitomate y jalapeño, tal como venía en las muestras que le traje antes. La señora enloquece y pide hablar con el gerente. Sus hijos no comen picante. Con el gerente me acusa de ser altanera y de haber confundido la orden, dice que ella pidió la pizza de papa. El gerente me regaña delante de todos. Ordena que le entreguen una pizza de papa gratis. Contengo las lágrimas para que no me vean llorar.
Cuando la nueva pizza está lista la señora la pide en paquete para llevar porque sus hijitos se comieron la Gitana y ya no tienen estómago para más. Se fue sin dejar propina.
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La Desventura
Short StoryLa vida cotidiana, encuentros y desencuentros, drogas, amigos, sexo, fantasía, humor y amor en relatos cortos.