¿Hola?

La amo

Pablo

—No te vayas —le susurro mientras ella prepara algo para desayunar. Le dije que podía hacerlo yo, pero insistió porque, según ella, tiene más conocimiento culinario que yo y para reponer energías de la noche que vivimos ¡Qué noche!

—No me puedo quedar en tu departamento con la misma ropa de anoche.

—Dudo que necesites ropa —beso su cuello y percibo cómo se estremece.

—Por mí me quedo más tiempo mi amor, pero vine con Claire y no hemos salido de paseo por mí —acaricio su cintura, colando mis manos debajo de su blusa—. Amor...

—Te amo...

—Tenemos que desayunar —sé que tiene que irse, pero estar dos meses sin ella ha sido un gran tormento y mi sed de ella era demasiada, por más que traté de compensarlo anoche, me fue imposible. La necesito, la amo.

—Aún tengo ganas de ti —susurro.

—Sabes que yo también quiero quedarme contigo, pero en serio... Te propongo algo, vamos juntos a mi departamento y conoces a Claire, pasas un rato con nosotras y después salgo con ella. Puedes quedarte conmigo esta noche.

Me agrada esa idea, además estoy muy agradecido con Claire por haberle dado pistas sobre mí.

—Está bien mi vida —mordisqueo el lóbulo de su oreja. Gime levemente— no sabes lo que te echaba de menos.

—Te amo Pablo, juro que te amo —se gira y me mira con dulzura— ¿Desayunamos mi amor?

Una y mil veces sí.

Cada día de mi vida.