¿Hola?

Pablo

—Deberíamos irnos —insiste mientras miramos a nuestro alrededor para verificar que no hay nadie en los baños.

—Tampoco podríamos dejarlos plantados. Además no se echará a perder la noche sólo por esto ¿O sí? —pregunto mientras la abrazo por la espalda— además... creo que ellos son testigos, sin saberlo, de formalizar nuestra compromiso.

—Vale... —caminamos hacia la mesa donde estábamos sentados. Para nuestra sorpresa, María se había cambiado de lugar y ahora estaba Vanesa a mi lado. Recibí un gran regaño de su parte, pero le respondí que las cosas se habían solucionado.

Minutos después anunciamos que le había pedido que se casara conmigo. Todo estaban muy contentos, incluso Mariola y Espe. Aunque a los pocos minutos María se fue.

—Creo que a tu amiguita no le gustó la noticia —comenta Vane mientras Miguel pide el mejor vino de la cata.

—Vanesa, por favor deja de burlarte de mí. Ya resolví las cosas con Kath.

—Me imagino como lo resolviste... tardaron mucho en el baño —mi rostro se torna rojo. No me había dado cuenta del tiempo que pasamos allí—. No te avergüences, es normal que una pareja no se contenga y...

—¡Cállate! —grito, todos se silencian y mi novia me mira raro—. Eh... nada, continúen.

Vanesa lo único que hace es reírse. Hay veces que quiero matarla.

—Al menos es entre nuestros amigos... no quiero imaginarme si hago ese tipo de bromas con tu familia.

—No es gracioso...

—Para mí, sí —pasamos el resto de la velada entre risas y muchas anécdotas. Mi novia fue impresionante; todos le han pedido el número para estar en contacto, tenía mucho miedo de las reacciones pero creo que todo ha salido bien. Ahora necesito pedirle, formalmente, matrimonio y... otra vez enfrentarme a su padre.

Cuando llegamos a casa, ni siquiera estábamos agotados. En realidad no podíamos con la felicidad... así que la noche terminó como estaba empezando en ese baño... pero no puedo esperar a verla con un anillo puesto en el dedo anular.