Volver a empezar

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Seis meses después

Madrid

Katherine 

—¡Ay no! ¡Otra vez se me hace tarde! —dejo el móvil otra vez en la mesita de noche. Por más que he puesto una decena de alarmas, ninguna me pudo despertar. Creo que llegaré media hora tarde.  Me levanto, torpemente, cuidando de no despertarlo. Aunque no dejo de pensar en lo que pasó anoche... y me enrojezco por ello. Sacudo mi cabeza y corro hacia la ducha. 

Han pasado seis meses después de conocer a los padres de Pablo. Mi relación con ellos es maravillosa, son una segunda familia, mucho más que eso, son más familia que la mía. En cambio, Pablo aún sigue sin llevarse bien con papá y me duele mucho que él dude de mi novio.

Toda mini luna de miel tenía que acabar, así que volvimos a la rutina. Pablo se quedó en Málaga para pasar todo el tiempo posible con su familia, mientras que yo tuve que marcharme a mi trabajo, en Madrid. Aunque la separación no ha sido tan dramática, pues intercala fin de semana y semanas enteras para pasarla conmigo.

Y hoy ha sido una de esas.

Anoche llegué a casa y me encontré con una agradable sorpresa. Había pedido la cena, nuestra pizza favorita y soda. Además de chocolates. Después de cenar y hablar largo rato sobre lo que nos ha pasado en la semana... el caso es que la noche fue maravillosa.

¡Y qué noche! Mis mejillas se sonrojan y muerdo mis labios. Vuelvo a sacudir mi cabeza y pongo algo de maquillaje, tan concentrada estoy en ello, que no me percato de que nos brazos rodeaban mi cuerpo.

—¿Ya tienes que irte? —susurra a mi oído, atrapa el lóbulo de la oreja y mordisquea. Algo parecido a un ronroneo escapa de mi boca.

—Si, amor, se me hace tarde.

—Y yo que quería repetir lo de anoche —vacila— supongo que tendré que esperar al final del día... a menos que quieras que no quieras almorzar en tu hora de descanso.

—Podemos esperar —murmuro mientras besa la piel de mi cuello— eso sí, vienes a buscarme para ir a comer.

—Por supuesto, dulzura. Anda, te llevo que seguro con los nervios tardarás más en manejar.

No puedo creer aún que ya pasaron siete meses después de nuestro reencuentro en Nueva York y ya casi un año de conocernos. Ahora los únicos dramas que tenemos son los días en que vengo hambrienta del trabajo y todavía no hay cena.

Últimamente me he imaginado cómo sería el resto de mis días junto a él y pienso que, a pesar de la distancia, nosotros podremos. Ya hemos sobrevivido a una pérdida de memoria. Nosotros podemos.

Soy muy feliz con él, no tengo más dudas de con quién compartir mi vida. Lo único que estoy esperando es el momento en el que me pida que volvamos a empezar.

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