Esperaré

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Kath

—Mi prometida —susurra mientras abre las puertas del departamento. Atino a sonreír ¿Tan locos estamos para ser prometidos de buenas a primeras?

—Mejor lo dejamos en novios ¿No crees? Porque si llegamos ante la familia y les decimos eso... se van a desmayar —simplemente ríe.

—Tienes razón, además debo conocer a tus padres y tú a los míos, luego adaptarnos a nuestras rutinas y bueno... vendrá el tiempo en el que yo...

—Lo sé, pero confío en ti y yo te amo demasiado, lo suficiente para esperarte —me mira con dulzura y acerca sus labios a los míos, probando del adictivo sabor de sus besos. Caminando a través del salón y llegamos al pasillo donde se encuentra nuestra habitación.

—Y yo haré que esa espera sea lo más corta posible —se quita la camiseta dejando ver su cuerpo y me enredo en su cuello, para luego descender por su espalda.

—Te dije que esperaré lo que sea necesario —respondo entre beso y beso— además... seremos más intensos cada vez que nos reencontremos.

—¿A qué te refieres? —responde sobre mis labios.

—Ya sabes a qué... —sus manos se cuelan debajo de mi blusa y la levanta, dejándome en jeans y sujetador.

—Te ves muy sexy —me besa, mordisqueando mis labios, cuando nos separamos, noto la hinchazón.

—¿Alguna afición que deba saber?

—Lo básico, que me gusta que mi mujer se sienta segura y haga lo que desee de mí.

—Pues te deseo a ti —nos deshacemos de la ropa y la temperatura aumenta. Nos perdemos en besos y caricias, sin dejar ningún rincón de nuestra piel sin tocar. Cada movimiento me hace aún más suya y comprendo la dimensión de mis palabras...

Esperaré lo que sea con tal de volverlo a ver.

[...]

—Vaya que seremos muy intensos —susurra sobre mis pechos.

—¿No te habías dado cuenta cuando hicimos el amor en la sala del departamento? ¿O cuando lo querías hacer en el de mi amiga?

—Bueno... es que tenía demasiadas ganas de ti.

—¿Y ya no tienes?

—Siempre cariño... siempre. No sé cómo soportaré cuando esté de gira.

—Lo harás, lo haremos —beso sus labios— además... podemos utilizar el móvil.

Arquea una ceja, sabe de lo que estoy hablando.

—¿Te refieres al sexting? —dice con un ligero temblor en la voz.

—Por supuesto.

—Yo... bueno es que... —beso su cuello.

—Ahora estás tímido, pero estoy segura de que cientos de cosas están pasando por tu mente.

—Algunas de ellas las podemos hacer ahora —se coloca encima de mí y volvemos a perdernos bajo las sábanas.

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