08 💜 El calor de las llamas.

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No es un simple sentimiento

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Nadie había querido despertarla esa mañana, era la primera vez que la vean dormir plácidamente entre el pequeño y desgastado trozo de tela que ocupaban de cama, no fruncía el ceño ni se movía cada dos minutos, además no había dado su habitual paseo matutino con la excusa de buscar el desayuno.

Ya después de la hora de almuerzo se le vio salir de la casa, caminaba a paso lento y perezoso hacia la fogata que tenían en un tarro de metal, daba largos y profundos bostezos que contagian hasta al niño más vigoroso.

Traía puesto su buzo, su polera manga larga y su nueva adquisición, la sudadera de Ichimatsu. Ya cerca del fuego estiró las manos para calentarlas un poco, tosió lastimándose la garganta para luego carraspear. Cuando sus manos comenzaron a captar con mayor facilidad el calor una niña se acercó a ella sin quitar la morada de la sudadera.

—Mi mama dice que eso es de tu novio —comentó apuntando la prenda.

___ arrugó las cejas e hizo un puchero conteniendo la vergüenza que se acumulaba en sus mejillas, no abrió los ojos ni alejó las manos del fuego para evitar responder de forma agresiva.

—Bueno... él no es mi novio —respondió pensando bien en cómo seguir.

—Pero ya quisieras, ¿no? —interrumpió burlona, la tos se le atoró en la garganta al escucharla.

—Cállate, como si no te pasara igual —masculló avergonzada por sacar a la luz algo como eso.

—¿Qué dijo? —preguntó la niña inclinando su cabeza a un lado.

—Nada importante... aunque debo decir que sí me gustaría —confesó cerrando un poco sus ojos, le empezaban a doler por la cercanía que tenía al fuego.

—¿Él es bueno? —preguntó tomándola de la manga, acercándose con curiosidad a su cuerpo.

—Sí —respondió con una leve sonrisa que solo demostraba lo agradecida que estaba de conocerlo.

—Entonces, ¿por qué lloraste ayer? —preguntó la menor con el ceño fruncido.

Guardó silencio ante la pregunta tan inesperada, alejó sus manos del fuego y admiró los colores que se formaban en las tranquilas llamas.

—Ayer no estaba triste, Rumi... —dijo sintiendo un cálido remolino en su estómago— Estaba muy feliz, recibí un nombre que me gusta de parte de alguien muy especial, así que esa alegría solo... se derramó por mis ojos —prosiguió llevando su mano hacia el cabello de la pequeña—, Espero que algún día también estés tan feliz que se derrame por tus ojos —terminó acariciando suavemente la cabeza de la pequeña.

Se quedaron así mismo unos minutos, las dos solas mirando el cálido fuego en el gastado tarro de metal. De a poco alejó su mano del cabello rubio de la niña, colocó ambas manos en el bolsillo canguro y respirando hondo, abrió la boca un poco.

—No lo digas, ya saben que es mentira —advirtió su subconsciente, después de un corto silencio asintió con una sonrisa.

—Ya me voy —avisó girando hacia la salida del barrio.

—Vuelve —advirtió la pequeña calentándose las manos.

—Siempre lo hago —sonrió para luego estornudar con fuerza.

Caminó relajada por una de las calles que conocía perfectamente, como ese día estaba menos frío que otros había más gente recorriendo la misma, los estudiantes saldrían en un tiempo más y estaba preocupada por encontrarse con alguien desagradable.

Las 2 Colas Del Gato Perdido「Ichimatsu x Lectora」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora