39 💜 Adiós nube.

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Deseo egoísta

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Se acercaba lentamente hacia la entrada al barrio, dando largas zancadas y balanceando la bolsa a su espalda. Cantaba mentalmente para distraerse de lo que había hecho hace una hora, su estómago estaba contento pero no su cabeza, le había dijo a Hana que le diera tiempo para considerar el perdonarla pero no había tenido el coraje de decírselo a la cara o de siquiera mirarla de reojo, peor que eso, ni siquiera estaba segura de poder hacerlo.

Estaba a punto de desquitarse con la bolsa que tenía en mano cuando llegó al sendero que bajaba hacia el barrio, su mirada se dirigió inmediatamente hacia aquella silla mecedora que solía ocupar Aoyama, no se sorprendió de ver la imagen del anciano leyendo sobre la silla. No era algo nuevo que estuviese ahí, los primeros días en los que habían vuelto a ir al barrio él también estaba ahí, pero al parecer no eran las únicas en verlo, los niños lo recordaban viéndolos jugar y los mayores acompañándolos a la hora de comer; que el abuelo fuera recordado por todos con cariño era algo para sonreír, a pesar de que ya se hubiese ido.

Por el contrario, se mantuvo de pie en el sendero largos y tortuosos segundos, reprimiendo con todas su fuerzas el deseo de desviar su mirada de la silla, no quería ver el tronco a su lado, más bien, no quería ver quien estaba sobre el. Se sintió inquieta al saber que era ella antes de siquiera verla, podía ser sólo su imaginación o quizás le estaba dando demasiadas vueltas al asunto por culpa de situaciones similares, pero al otro momento evitó que su mirada paseara en esa dirección nuevamente. Si fuese en otro lado no tendría problema, si fuese con otra persona no lo pensaría tanto, si estuviera sola se enfadaría por jugar de esa manera. Pero estaba ahí, en el tronco al lado de Aoyama.

Se cubrió los ojos con rapidez. No, no la vería, tena suficiente de eso. Aceptaría las jugarretas de su mente en otro lado, pero si ocurría ahí sus esperanzas quedarían por los suelos, si es ahí eso solo lo podía interpretar como que ya no había oportunidad de volver a tenerla con ella. No quiere eso. Negó con la cabeza repetidas veces, no podía estar pensando de esa manera, ella podía volver, ella volvería a vivir.

Dispuesta a seguir con su camino se destapó los ojos solo para ver la mecedora y el tronco vacíos, soltó un largo suspiro relajando sus hombros, esperando no volver a ver algo similar. Se dio unos suaves golpecitos en las mejillas para cambiar un poco de ánimo y con una suave sonrisa bajó hacia las hileras de casas que conformaban el barrio, se dirigía hacia el huerto en busca de cierto par de niños. De camino saludó a algunos pequeños que jugaban con un balón de tela, llegando a la Escuela de Lenguaje vio a Gina saludando a un grupo de señoras, cuando sus miradas se encontraron la sonrisa que traía Gina se desvaneció unos momentos antes de renacer con suavidad. "Los gestos delatan las emociones de las personas, por ejemplo: cuando quiere esconder su miedo, Todomatsu se rasca la palma de la mano", recordó de ___. Elevó la mano queriendo sonreírle y poder saludarla, pero su voz no alcanzó a salir cuando los brazos de la mayor la rodearon en un delicado abrazo.

—Me alegra tanto que estés a salvo —murmuró Gina.

—Pero-

—Ya me contaron que ha pasado —la interrumpió apegándola más a su cuerpo, su voz sonaba débil, muy débil. En algún momento Gina se había enterado de la peor noticia, esperaba que no fuera de la boca de Ichimatsu. Se separó de ella examinándole el rostro con preocupación y un poco de alivió—, Mira tu carita, como te la dejaron —dijo paseando sus manos por las heridas ya curadas que habían en su rostro, desaparecerían con el tiempo pero esas heridas se habían llevado a ___.

—Está bien, ya no duelen —quiso consolar a la contraria, pero aunque fuese cierto ni ella se lo creía. Gina le acarició la mejilla con suavidad, sabiendo la poca convicción que tenían sus palabras, sintiendo como la fe se le escurría de las manos y la volvió a abrazar. ___ se había ido de nuevo.

Las 2 Colas Del Gato Perdido「Ichimatsu x Lectora」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora