50 💜 Corazón, habla.

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Deseo egoísta

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Se sentía extraño, desde hace un largo tiempo que lo hace y no sabe cómo explicarlo. El fin de semana había pasado con broche de oro, había podido pasar más tiempo de calidad con ___-chan, salieron a pasear, comer algo, cuidaron de los mininos junto a Gin y volvieron a ver el show que les encantaba criticar. Pero algo se sentía fuera de lugar esa mañana cuando abrió los ojos, debió haber sido un mejor despertar y eso lo tenía frustrado.

Las cosas buenas se acumulaban, lo distraen de lo que no puede controlar, recién comenzaba a volver a tener algo de fe. La verdadera sonrisa de ___-chan se asomaba un par de veces más a la semana, la comunicación entre ambos había mejorado un gigante paso a su punto de vista, ya estaba incluso desechando la idea de cortar toda clase de interacción entre Hana y ella al ver que todo iba bien, el cd causante de la paranoia en su familia había sido convertido en cenizas por sin-nombre-san, y además, sus vacaciones estaban cerca, las festividades de final de año lo estaban. Debió haber sido mejor.

Y su lugar estaba vacío.

Siguió con su rutina diaria como de costumbre, estuvo un rato junto a Gin luego de saludar la foto de Aoyama para así desperezarse, aunque siempre tiene el efecto contrario. Se vistió y lavó los dientes para bajar a desayunar, al terminar se despidió de ___-chan y su padre para luego subir por sus cosas de la universidad.

La amargura perduraba al inicio de su garganta, todo lo que tragaba y decía sabia mal. No hallaba a quien más echarle la culpa que a si mismo, a esa negatividad natural que siempre ha tenido. Negatividad que había adoptado rostro desde hace varias semanas.

Tener que cruzar por una de las tantas calles de la ciudad que eran gobernadas por el comercio callejero era una tortura diaria.

"Podríamos comprar ese y compartirlo, si quieres."

"___ siempre quiso saber si eran tan suaves como se ven."

"Ugh. No volvamos a comprar de este sabor."

"Mira, volvió la señora de las brochetas."

"Jaja, que mañoso eres."

___ había dicho cada una de esas frases, y más. La podía escuchar claramente por sobre el bullicio de la ciudad, como si estuviese a su lado sosteniéndose de su brazo al caminar.

Llegó a la universidad sin ser interceptado por sus amigos o alguna chica al azar de quien no se molestaría en recordar su nombre o cara, tuvo su primera clase con el nivel regular de pereza que sufre en las mañanas, terminada la clase salió para comprar algún bocadillo y tomar aire en esa corta ventana que tenía.

Sentado sobre un par de escalones que bajaban hacia un comedor anexo al casino, la pesada mano de Naoki impactó en su espalda cuando alejó el café de su rostro, atragantándolo.

-Hey, gatito, ¿cómo te va? -lo saludó el castaño, aunque su cabello siempre era confundido con rubio o anaranjado, era más castaño ceniza.

-Casi lo matas -señaló Kuro algo apenado viendo como Ichimatsu se golpeaba el pecho, el susto lo atoró.

-Pude haberlo hecho cuando estaba tomando -alegó-. Además fui suave, ¿no, Ichimatsu? -preguntó aun con su mano en la espalda del otro.

-Casi pierdo 150 yenes -carraspeó limpiándose los labios.

-¿Ves? Ahora no fue un pulmón.

Kuro rodó los ojos alejándose un par de pasos, no entendía como Ichimatsu no lo había enterrado en el rincón más oscuro y poco transitado del campus todavía.

Las 2 Colas Del Gato Perdido「Ichimatsu x Lectora」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora