1: Estrella de madrugada

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Es de madrugada, como cada vez que me despierto

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Es de madrugada, como cada vez que me despierto. Aún el sol no se ha colado entre las hojas de los árboles, por lo que tengo tiempo de sentir la brisa helada y bailar en la penumbra.

Cierro los ojos antes de ponerme de pie, esperando con paciencia el dolor insoportable que me ha acompañado los últimos días. Hoy no siento presión en el pecho y suspiro con alivio, al menos he comenzado con buen pie.

Tomo mi teléfono móvil, siempre en silencio, y me encuentro de nuevo con múltiples llamadas perdidas; lleva días así. Antes de que pueda asegurarme de si son todas del mismo número que ha estado intentando contactarme desde hace semanas, la pantalla se ilumina, pidiéndome que, al menos esta vez, conteste. Suspiro y lo coloco en mi oreja, aún con sueño.

«Uno, dos, tres»

Espero, pero no escucho ningún sonido al otro lado. Aclaro mi garganta.

«Cuatro, cinco»

Una respiración entrecortada, ahogada, como las otras veces. Luego silencio. La llamada termina.

Entonces sí puedo revisar el móvil para descubrir que es el mismo número irreconocible que me ha estado fastidiando a diario, sin saber por qué.

He intentado encontrar la manera de bloquearlo, en vano. Podría pedir ayuda, aunque puede que esté dándole más importancia de la necesaria. En el fondo me mata la curiosidad, pero por más veces que he intentado, no recibo respuestas del otro lado de la línea. Quizás la bruma matutina me ayude a pensar.

Me pongo de pie y salgo por la ventana, al menos puedo darme el lujo de no tener que bajar las escaleras. Camino sobre la neblina hasta alejarme por completo de nuestra comunidad. Sonrío, despejando mi mente y olvidando por un segundo la llamada y el resto de mis preocupaciones, desde pequeña este siempre ha sido mi momento de paz. Justo antes de que el mundo despierte y el caos comience, incluso antes de que los pájaros se pongan a cantar.

El silencio y yo nos llevamos bien desde hace tiempo y, aunque extrañe aquellos momentos en los que todo era distinto, al menos me he habituado a él.

Me siento en la rama de un árbol y miro como la ciudad aún duerme a lo lejos. Trenzo hojas que voy arrancando y las enredo en mi cabello, para mantener mi cabeza ocupada. En algún momento tarareo una melodía sin nombre y mi corazón palpita de pronto muy rápido.

Ahí están, puntuales. Las lágrimas, mis otras fieles compañeras.

Suelto las hojas y aparto la mirada antes de que caigan al suelo, entonces suspiro y vuelvo a la realidad.

«Ya falta poco para que salga el sol.»

Miro la pantalla del teléfono, es curioso como la mayoría de las llamadas fantasma ocurren a esta hora. Y justo cuando pienso en ellas, aparece otra. La situación se repite, no puedo oír más que la respiración de alguien más. Esta vez, la próxima no se hace esperar.

—Escucha, quien quiera que seas, si esto es un juego... —comienzo, un poco harta, pero mi única respuesta es el pitido que indica que la llamada ha finalizado.

No vale la pena preocuparme por esto, cuando tantas otras cosas rondan mi cabeza. Los avins en las casas más cercanas comienzan a salir a hacer sus respectivas tareas y mis lágrimas aumentan. Me recuerdan que sigo sin rumbo, que soy una de las pocas que aún no ha tenido su rito de paso.

«No estás lista»

Las palabras de Madre en múltiples ocasiones resuenan en mi cabeza. Confío en ella y sé que tengo que esperar al momento adecuado, pero ¿por qué ha tardado tanto?

Veo mi infancia como un espejismo, sueños que no estoy segura de si fueron reales en algún momento. Sonrisas que una parte de mí dice que inventé.

«¿En qué punto de mi existencia comencé a sentirme tan perdida?»

Quizás me haría bien hablar de esto con ella, o con cualquier otro de los nuestros. Encerrarme en mis propios pensamientos no puede ser bueno, pero por más que lo intento me resulta imposible sentirme cómoda con alguien más. Es eso, la soledad, a la que me he acostumbrado, a la que respeto y quiero; y que a veces desearía desechar por un rato.

Sé que no todo es malo y tiene que haber otros pasando por lo mismo. Puede que tener propósito esté sobrevalorado y mi drama no tenga sentido. Son sus sonrisas las que me erizan la piel, la sensación de que todos a mi alrededor están contentos, conformes.

Sin darme cuenta sale el sol, y seca mis lágrimas y mis pensamientos negativos junto con ellas. Ya el mundo está despertando y no puedo quedarme estancada. La neblina comienza a disiparse, así que salto sobre las gotas antes de que desaparezcan del todo.

 La neblina comienza a disiparse, así que salto sobre las gotas antes de que desaparezcan del todo

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Aquí está, el inicio de esta aventura. 

 Espero que puedas lograr identificarte con los personajes o al menos alguno de ellos de la misma manera en la que yo lo hago.

Como siempre, espero tus comentarios llena de amor para regalar!

¿Qué primera impresión te dio Elara?

¿Alguna vez te ha ocurrio algo parecido con las llamadas de teléfono?

¿Qué le aconsejarías para los dolores en su pecho?

¿Te consideras una persona solitaria, o con muchos amigos?

¿Te consideras una persona solitaria, o con muchos amigos?

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