Mi reflejo luce diferente, me parece que estoy viendo una fotografía que data de décadas antes de que yo existiera.
No quiero pensar, pero me veo obligada a ello. Repaso una y otra vez todo el día en mi mente, cada una de las cosas que hice que habrían provocado el final tan desalentador que tuvo.
«¿Por qué tengo que ser tan curiosa? ¿No podía mantener mi boca cerrada?»
Los secretos existen, yo lo sé más que nadie. Hay cosas que no le he dicho, y eso me hace sentir peor. Ella no está obligada a contarme todo lo que ocurre en su vida.
«Pero me encantaría.»
Siento que mi corazón taladrará pronto mi pecho y se escapará de allí. Mi cabeza pide a gritos que me calme, pero no puedo.
Es imposible encontrar paz porque el solo considerar qué estará pensando de mí me enloquece.
«¿Hacen eso los demás, Ella? ¿Te llenan la cabeza de preguntas incómodas que prefieres ignorar?»
Quiero ser tan especial como Mirella lo es para mí, pero no puedo dejar de preocuparme. Hay mil y un cosas que quisiera saber, que no deberían ser sepultadas en páginas de un cuaderno.
«¿Qué le llevó a expresar tanta oscuridad en un momento de su vida? ¿Por qué dibujaba árboles muertos y tatuajes de sangre?»
Soy incapaz de juzgarla, solo quiero apoyarla. Hacerle entender que más nunca estará sola.
Y tengo miedo de perderla, cuando apenas acabo de encontrarla. Me ha hecho tan bien que dudo incluso que me crea si llego a confesarlo.
Justo como el primer día, los momentos hermosos tardan segundos en derrumbarse.
El agua caliente comienza a salir del grifo, me rodea rozándome. La dirijo sin prestarle mucha atención, hago a un lado la ropa que se ha acumulado alrededor de mis tobillos y me siento en la bañera.
El mundo da vueltas, se burla de mí a mis espaldas. Cada vez que cierro los ojos huelo las cenizas de papel y escucho el llanto de Mirko, cada vez que lo abro veo el espejismo de los de Mirella evitando mi mirada.
Estar sumergida me reconforta, me ayuda a despejar mi mente la mayoría de las veces. Intento tomarme las cosas con calma, pero en este instante solo quiero hundirme más y más.
Se fue muy rápido y la hice sentir incómoda.
Es terrible tener una memoria detestable, pero ser capaz de revivir a la perfección pedazos del día en donde de seguro provoqué que todo se viniera abajo.
Me inclino sobre la bañera y estiro mi brazo hasta que el teléfono cae en la alfombra, lo agarro.
Y no hay nada.
Ni un mensaje de Ella, ni de Mirko, ni Madre.
¡Ni siquiera una de las llamadas de las que tanto quería huir! Es como si el objetivo hubiera sido dejarme desolada.
«Y lo ha logrado.»
He estado aquí por tiempo indefinido, el calor del agua se ha fundido con mi cuerpo, floto.
Algo me dice que ya es de madrugada y tengo que salir de aquí tarde o temprano. Recuerdo cuando Ella y yo pasábamos horas sumergidas en el mar, sus dedos parecían bolitas de papel arrogadas. La primera vez que la vi, me asusté, pensé que algo le había ocurrido.
Miro las puntas de mis dedos, lisas, suaves.
«¿Por qué tenemos que ser tan diferentes?
Quizás sea buena idea dormir por un rato.
Estoy cansada, muy cansada.
No me siento lista para lidiar con el día de mañana.
Creo que el teléfono...
El teléfono suena.
¿Quién es?»
F I N D E L A P R I M E R A P A R T E
¿Qué te parece la historia hasta ahora?
¿Qué preguntas te ha dejado?
¿Qué respuestas conseguiste?
¿Cuál es tu personaje favorito?
¿De dónde vienen las llamadas?
¿Qué va a hacer Elara ahora?