23: Regálame lágrimas agridulces

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Se siente la diferencia en el ambiente, la última vez que estuve en Karma la ansiedad era palpable

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Se siente la diferencia en el ambiente, la última vez que estuve en Karma la ansiedad era palpable. Las pruebas de los jóvenes humanos están lejos de acabarse, al menos eso es lo que Ella me ha dicho, pero supongo que el tener el fin de semana libre los ha impulsado a dejarse llevar. Si este bar se supone que es uno de los más tranquilos y hay gente haciendo el ridículo desde tan temprano, no quiero imaginarme cómo estará Supernova.

Mirella se sienta junto a mí con una bebida en cada mano, ambas de tonos extravagantes. Sonríe más que nunca y sus mejillas están coloreadas. ¿Será el calor, la gente, la emoción? Huelo el vaso que me acerca, lo pruebo, tiene un sabor extraño.

—Ella, sabes que no bebo. —La reprimo, sin poder mantenerme seria.

—Es fruit punch con un poquitín de vodka. No es mucho, ¡solo un poco! —Se ve tan adorable cuando intenta salirse con la suya, quizás por eso es que siempre lo logra—. Por favor Lara, no me hagas beber sola.

Río, en realidad no sabe tan mal, al menos es soportable. El dulce del coctel de frutas ayuda a disimular el horrible sabor del alcohol.

Al parecer a ella no le molesta, de hecho, actúa como si le agradara.

Es la primera vez que estoy sentada en la zona humana de Karma, hay solo unos cuantos avins del otro lado y me miran con recelo.

El hombre con un ojo de vidrio y barba de la otra vez, uno de Los Vigilantes, intenta animar a la amiga de Estela, ¿o era su hermana?

Miro su cabello naranja caer sobre la mesa y deslizarse como una cascada hasta el suelo.

Noto tristeza en sus ojos.

Él le tiende una bebida y ella lo rechaza, se coloca una mano en el pecho, tal vez debería ir y preguntarle si está bien. Siempre me cayó bien su hermana y sería buena idea ir a ver dónde está.

—Tienes la mirada perdida, Lara —La voz de Ella me devuelve a la realidad—, ¿ocurre algo?

—No, nada. —Estará bien, si un Vigilante la acompaña tiene toda la ayuda que podría recibir.

«Penélope y Marco. Así se llaman, ¿no?»

—Dime al menos que te gusta la bebida, ni siquiera sabía que podías tomar algo así—suplica, haciendo una mueca dramática.

Sonrío y asiento, bebiendo otro sorbo.

Quizás puedo acostumbrarme a la sensación carrasposa en la garganta y el calor bajando por mi pecho que cada trago produce, pero no logro entender por qué les gusta tanto.

Penny está llorando, estoy casi segura. Intento ponerme de pie, pero siento la mirada de Marco clavándose en mí, no es buen momento para hacer el papel de heroína.

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