Aviso: El capítulo será más largo de lo que usualmente son, por razones especiales y que puede que pasen otra vez en un futuro. Gracias por su atención. <3
PD: No recuerdo si puse o no la edad de JiMinnie, y me da pachorra leer todo en su busca... así que ahora tiene 17 y alv.
PD2: El capítulo es dedicado a Juli_BL.
La desaparición de Park JiMin no había sido ni nada más, ni nada menos que idea de la Señora Park, madre del chico.
Al enterarse de lo que su hijo hacía, y obtener respuestas estúpidas de su parte tomó una decisión bastante abrupta...
Recordemos lo que sucedió dos semanas atrás, cuando el rubio llegó a su casa.- Park JiMin, comienza a explicar todo esto. -
Esa dulce voz sonó tan fría que las gotas saladas que JiMin contenía, salieron sin su consentimiento, mojando completamente su rostro y nublando su vista. La peor parte se aproximaba y él lo sabía muy bien.
El rubito tragó grueso y cerró los ojos, tratando de pensar en alguna excusa que deje a su mamá satisfecha.
- Bueno... no es lo que crees. No son mías, las encontré en la calle y me dieron mucha curiosidad, así que las guardé y las traje. -
Las palabras salieron tan inseguras de sus labios que ni él mismo se creyó la incoherencia que dijo. Una gran carcajada fue la respuesta que dio NamKook, madre de JiMin. La risa descolocó momentáneamente al menor.
- ¿En serio crees que voy a tragarme eso? ¿Me ves cara de idiota, niño? Muestrame tus muñecas, ya mismo. -
Su voz se fue elevando a medida que hablaba, dando fuertes y seguros pasos hacia su hijo, que ya temblaba por la anticipación de un golpe o un insulto totalmente hiriente.
El brazo del chico fue tironeado con rudeza y su remera fue corrida, rozando las heridas que ya estaban cicatrizando, y no ardían como antes.
- ¿Y solo las encontraste en la maldita calle? -.
Otro grito resonó en la casa, dejando un sentimiento de vacío cuando todo volvió al silencio casi doloroso en que se encontraba cuando JiMin llegó.
El contacto que mantenía NamKook se cortó, haciendo que los ojos almendrados y asustados del menor se fijen en ella.
- Entra a tu cuarto por tus maletas, hoy mismo te vas de la casa. -
Cuando Park iba a replicar, diciendo que solo tenía 17 años y que no podía dejarlo a la deriva en la calle, su madre lo cortó con una mirada intensa y amenazante.
El pobre chico entró a su cuarto, hizo una valija rápida y escondió su celular con el cargador entre ella. Por las dudas.
Cuando salió y bajó las frías escaleras, vio a su madre parada junto a la puerta, con las llaves del auto en la mano y su corazón se apretó más en su pecho. Caminó hacia ella y salió por esa puerta de madera tan bien pintada, esperando lo peor. Y lo peor, si vendría.
Los amigos de JiMin habían llegado cinco minutos después de que los dos Park hayan dejado la casa, golpearon mucho, molestando a más de un vecino que salió a gritarles. Pero no consiguieron nada.
Volvieron a la casa los días después de ese, y NamKook solo los ignoraba o les decía que se fueran, que ella no conocía a ningún Park JiMin y que se habían equivocado de casa. ¿Muy cínico, no?
En ese momento, el pequeño adolescente JiMin se encontraba en un Hospital psiquiátrico de la ciudad. Internado y siendo tratado como un loco. Cuando él no lo era. Ni se acercaba a serlo... o al menos lo pensaba.
No podía mentir diciendo que en el lugar lo trataban mal, por que no era verdad. A pesar de ser un edificio frío, tenebroso y casi todo pintado de blanco y verde agua, no le habían tratado del todo mal. Solo un par de gritos cuando se negaba a tomar una medicación, y a salir de su cuarto.
Eran las 9:45 a.m. de un miércoles, a dos semanas de su entrada allí, a dos semanas de haber visto a YoonGi y a sus dos mejores amigos.
Estaba sentado en la sala multiuso del hospital, escribiendo en una libreta que le habían dado, en ella lograba "liberar todo el dolor, por medio de un acto no dañino para su salud física y mental"."Es como si la vida me hubiese rasguñado las muñecas, y cada marquita es una grieta más en mi corazón, una lágrima más derramada y una cicatriz dolorosa más a la colección.
Agua, necesito agua, de la que limpia la piel y te libera de la suciedad.
Agua, necesito agua para limpiar las heridas que la vida hizo en mis muñecas, agua para limpiar las cicatrices que hay en mi corazón y agua para borrar todo rastro de basura en mi cabeza.
Los caminos engañosos de mi cerebro, que me guían al pozo sin fondo y me obligan a maltratar mi piel de tal forma.
Las grietas de mi corazón, por donde los sentimientos negativos caen tal cascada.
Las pequeñas, notorias, casi invisibles, dolorosas, y a la vez para nada dolorosas marcas en mí que mi cuerpo casi por inercia hace, deseo que se vayan para nunca volver, deseo que ese recuerdo se escurra entre las cascadas de mi corazón y se pierda entre los pozos sin fondo de mi cerebro.
La vida golpea, y cada golpe deja rastro. Cada caída deja una enseñanza y cada vez que te levantas, sabes que no vas a volver a caer en eso. Pero si nunca te levantaste, y cada día que pasa te hundís más en el barro, nunca vas a superar ese golpe.
Deseo que mi cuerpo tenga la fuerza para salir de ese pozo, que algo me sirva para sostenerme, y en los peores casos, ese algo, son los rasguños que la vida deja en mi muñeca lo que me sostiene en el mundo real.
Son los sentimientos negativos que desbordan de mi pecho lo que me mantiene vivo y hace que note que aún duele, y que aún siento.
Son los laberintos oscuros de mi cerebro los que me mantienen día a día, tratando de descifrarlos, de salir de ellos, de ver la luz.
Es lo repetitivo que puede ser un día, una semana, un mes, un año.
Lo cliché de mis palabras, que son escritas una y otra vez, que caen como dagas desde las cascadas de mi corazón.
Saber que todavía estoy vivo es abrir los ojos y que duela, escuchar una canción y que duela, marcar mi piel y que duela.
El sentimiento de necesidad, la necesidad de saber que aún estás viva, y para saber si uno está vivo se necesita daño físico. Eso que te demuestra que sí, mierda sí, duele y estás vivo.
Las cicatrices en mis muñecas son como pensamientos tratando de ser liberados, rasgan la piel para escapar y hacerse notar, pero luego se vuelven a ocultar en lo profundo de los laberintos oscuros que están en tu cerebro. Sin ganas de que nadie se entere, por que si ellos lo saben van a intentar pararte, y eso no queres, eso no puede pasar."Esas habían sido las palabras exactas que sus manos plasmaron con tinta sobre el antes vacío papel. Ese era su corazón gritando, sus sentidos engañando a su mente, y su saber dejándose notar.
Unas voces lo sacaron de su burbuja por un momento.
Pensó haber oído la voz de cierto pelinegro... pero no, eso es imposible. Ya le había pasado antes, alucinaciones. Eso le dijeron los doctores, eran normales las alucinaciones.
Pero, diablos, la voz sonaba tan real que cerró los ojos dejándose perder en ella. Dejando que sus sentidos se fundan en los susurros casi indescifrables que escuchaba.- ¡¿Park JiMin...?! -.
¿Qué...? Ese grito había sido bastante real, sus pequeños y rasgados ojos se abrieron de par en par y se fijaron en la dirección donde venía la voz. Viendo algo que tanto había ansiado ver. Algo que lo llenó de tanta felicidad. Algo que le generó un calor inmenso en el pecho y unas insoportables ganas de marcar su piel, de forma bruta y sin piedad.
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Save Me. «YoonMin»
FanfictionJiMin no está enfermo. O al menos niega estarlo. YoonGi es depresivo, y lo admite aunque sea sólo en su mente. Ambos jóvenes necesitan ser salvados de sí mismos. Necesitan poder vivir, necesitan ser felices. ¿Y qué mejor que otro enfermo, otro depre...