El cuerpo entero de JiMin quedó paralizado al enforcar su vista en la persona que le había gritado.
¡No puede ser! ¡Debo estar soñando! ¿Dónde están los doctores con sus pastillas para cuando tengo mis ataques? ¡No puedo estar viéndolo!
Se puso de pie de golpe, dejando en la mesa la libreta y su cartuchera, a pasos lentos, casi temerosos, se fue acercando al mayor.
- ¿Es usted... Hyung? -.
Susurró al estar frente a él, su pequeña mano se movió hasta la pálida mejilla de Min YoonGi, razón de sus sonrisas, y la acarició con miedo a que desaparezca. Como siempre pasaba cuando alucinaba.
- JiMin... no puedo creer que estés acá... -.
Los delgados pero firmes brazos que rodearon al rubio fueron la gloria total. Nunca se había sentido tan bien el tener contacto físico con alguien. Nunca se había sentido tan querido por alguien.
Las espesas lágrimas caían por las mejillas del más bajo en estatura, los pequeños espasmos que sufría su cuerpo eran notados por YoonGi, que trataba de calmarlo abrazandolo con más fuerza. Lo había extrañado tanto, tanto pero tanto a pesar de ser casi desconocidos. Tanto, que hasta era sofocante tener el vivo recuerdo de ellos dos compartiendo breves minutos en el bar.
Se mantuvieron así por unos cuantos segundos, en los cuales eran la atracción de los médicos que pasaban por el lugar, y algún que otro paciente que había tenido el placer de compartir un par de palabras con el rubio.
Y los susurros de los espectadores no se hicieron esperar tampoco. Al separarse, el rostro completo de Park se tornó de color rojizo, delatando su vergüenza y la sonrisa que mantenía en sus prominentes labios, delatando su felicidad por ver de nuevo a ese pelinegro.- Te extrañé mucho, mocoso... ¿Por qué estás acá? -.
Min rompió el silencio que se había generado en toda la sala con su gruesa y preocupada voz, definitivamente se había desesperado al no saber nada de su pequeño.
- Pues... Hyung, creo que debería decirlo de eso en un lugar más privado, y el doctor de allá nos está mirando con cara mala... debe atender sus asuntos primero. -
La brillante sonrisa del menor generó ese molesto, pero ya no tan asqueroso cosquilleo en el estómago del mayor. Y, muy a su pesar, JiMin tenía razón, él había ido por un motivo a ese feo lugar, y aunque quería pasar el resto del día junto a su rubio, tenía que decirle sus próximos movimientos a los doctores. Que la puta rehabilitación se vaya por el caño, Min YoonGi iría solo a visitar a su pequeño, sólo con él podía sentirse con esperanzas de ser medianamente normal, sólo con él sabía que podría salir de su pozo, y de paso, sacar al chiquillo de sensuales labios del que lo rodeaba. Ese era su plan maestro.
- Es verdad... tengo que avisarles, vuelvo lo más rápido que pueda, mocoso. Espérame acá y luego vamos a donde sea que sea más privado, ¿sí?. -
Se ganó un asentimiento por parte del de ojos avellana, y una dulce sonrisa. Sus cuerpos se negaban a separarse por completo, se negaban a dejar de sentir el calor del organismo ajeno y a romper esa conexión que habían creado en su reencuentro. Pero como no todo en la vida es como un lo quiere, ellos dos se separaron, Min se fue por un lado y Park quedó ahí, esperando a que su... ¿amigo? vuelva lo antes posible.
Pero Suga nunca volvió a la sala, y cuando el reloj marcó las 22:45 p.m., JiMin tuvo que ir a su habitación, dejó caer su cuerpo en el mullido pero no tan cómodo colchón y lloró, lloró como nunca lo había hecho en su vida, por razones lógicas.
Le habían roto el corazón, y ni siquiera era consciente de que estaba malditamente enamorado de ese desconocido, que ese hombre que había visto dos veces, ahora tres, era el que lo iba a salvar, el que iba a alejarlo de todos sus males... el que ya lo había hecho antes, y lo volvería a hacer.
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Save Me. «YoonMin»
FanfictionJiMin no está enfermo. O al menos niega estarlo. YoonGi es depresivo, y lo admite aunque sea sólo en su mente. Ambos jóvenes necesitan ser salvados de sí mismos. Necesitan poder vivir, necesitan ser felices. ¿Y qué mejor que otro enfermo, otro depre...