Ese mismo día que JiMin había reaccionado, todo pareció tornarse color de rosas. Los primos Kim estaban súper energéticos y alegres, y aunque el pequeño Park no era pura felicidad, se sentía tranquilo y a gusto con sus mejores amigos.
Jin le contó que en todos esos días, ni su madre ni su padre se asomaron por allí, noticia que dejó medianamente tranquilo al rubio. Estar lejos de sus padres era lo que siempre había soñado y aunque no en esas circunstancias, estaba alegre de tenerlos alejados.- ¡TaeTae! ¡Traeme comida de la máquina! Ésta gelatina no tiene sabor a nada. -
Se quejó el chico de ojos avellana, haciendo un puchero infantil y abultando aún más sus labios. Su mejor amigo, TaeHyung, asintió sonriente a su pedido y salió de la habitación dando suaves saltitos por la emoción que sentía.
SeokJin había ido al baño, y ese era el momento perfecto para que V pueda consentir a su ChimChim.
Pero lo que vio al salir del cuarto no era lo que esperaba. Cierta persona se encontraba parada en medio del pasillo, con notables ojeras, todo despeinado y una pinta de vagabundo que daba hasta miedo.
- ¿Qué haces acá...? -
Y como respuesta recibió un susurro ronco y casi inaudible: JiMin...
- ¿Co-cómo sabes que JiMin está acá...?-.
El miedo y la sorpresa era palpable en su voz, no esperaba verlo ahí y mucho menos en ese deplorable estado.
- Yo... sólo necesito verlo, y explicarle. -
Otro susurro cansado salió de esos labios re-secos, estremeciendo el cuerpo entero de TaeHyung.
- Pues... está en aquella habitación, yo... yo iré por unos dulces. -
Finalizó dando media vuelta para ir a la máquina expendedora, pero su cabeza se volvió a girar en dirección a la repentina visita y agregó:
- Y YoonGi, cuidalo, ¿sí? JiMinnie sufrió mucho, y no necesita que llegue alguien a su vida y lo dañe aún más. -
El nombrado simplemente asintió con demasiada suavidad y caminó a pasos lentos hasta la puerta que V le había señalado segundos antes. Golpeó dos veces, sintiendo como por su espalda recorría un exagerado escalofrío al escuchar el suave y agudo: Puede pasar~, de parte de JiMin.
Lo que vendría después sería difícil, y el pelinegro lo sabía muy bien. Tragó grueso y abrió dicha puerta de madera, encontrándose casi al instante con la curiosa mirada acaramelada de su ¿amor? No merecía llamarlo así, nisiquiera en su mente, no después de abandonarlo como lo hizo.
- Ho...hola, JiMin... -
Puso un pie en la pequeña pero cálida habitación y volvió a temblar. Casi cae de rodillas cuando los pequeños y tiernos ojitos del rubio frente a él se llenaron de lágrimas, y con esa suave vocecita quebrada dejó salir un:
- YoonGi... te extrañé tanto. -- Park... yo, en serio lamento no haber vuelto aquel día... no sé, no... no sé qué me pasó. Tenía miedo... -
Dio unos cuantos pasos más, hasta quedar al lado del menor y tomar su mano, dando suaves caricias en la palma.
- No debes explicarme nada, Hyung... debe ser raro enterarse que el chico que solo viste dos veces era de tendencias suicidas y que terminó internado, sé que soy un raro. -
El frío corazón de Suga se arrugo al escuchar esa frase, esa voz, tan cargada de odio hacia sí mismo. Negó con la cabeza repetidas veces, tratando de alejar todos esos pensamientos confusos, y de dejar solo las palabras importantes, esas que debía decirle sí o sí al rubito que sus oscuros ojos carentes de alegría y amor veían.
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Save Me. «YoonMin»
FanfictionJiMin no está enfermo. O al menos niega estarlo. YoonGi es depresivo, y lo admite aunque sea sólo en su mente. Ambos jóvenes necesitan ser salvados de sí mismos. Necesitan poder vivir, necesitan ser felices. ¿Y qué mejor que otro enfermo, otro depre...