Las muñecas de JiMin ardían como la última vez, y esa sensación era como un sedante para el maltratado chico.
Sus sentidos se adormecian cuando pasaba sin parar la navaja por su piel, cortando todo a su paso.
La ansiedad seguía latente en su organismo, pero ya no era tan fuerte. Ver la sangre brotar a montones por su cuerpo le generaba paz, era como su droga, y pequeños susurros salían de sus labios.
"Corta... corta... Más... más cortes, más sangre. Más."
Repetía esas palabras sin parar, con una perseverancia inquebrantable, como si fueran una canción de cuna y el sufriera insomnio.En el pasillo, con paredes tapizadas de color crema y sillas de plástico esparcidas junto a la puerta de cada habitación, SeokJin y YoonGi estaban en silencio; esperando a que JiMin, quien seguía encerrado en el cuarto, les diera el aviso de que ya podían ingresar.
La figura de TaeHyung llamó la atención del Kim mayor, quien se levantó al instante y corrió hacia él, con el ceño fruncido.
- Kim TaeHyung. ¿Dónde estabas? ¿Qué te dije de dejar a mi pequeño solo? -.
V recibió un golpe en su cabeza, cosa que lo hizo pucherear como niñito llorón.
- No me golpee, Hyung. Solo fui por una barrita de cereal para ChimChim. Vea. -
Le mostró el paquete que cargaba en su mano derecha, una bolsa de papel madera repleta de barras de cereal frutales y cajitas de jugo.
Min se mantenía alejado de la rara escena que estaban montando esos dos.
Volvió su mirada a la puerta cuando escuchó un gemido ahogado.
No, JiMin... no me digas que...
Se levantó se golpe y abrió la puerta de par en par, sus ojos se abrieron en demasía al ver el cuerpo de su nuevo amigo sobre la camilla manchada con un rojo oscuro y casi asqueroso. Una libreta estaba tirada en el suelo, junto con un lápiz. El temblor en todo el organismo de JiMin era notable incluso a la distancia.
Sus pies se movieron por inercia hacia el chico, que reía por lo bajo y se mecia de un lado a otro mientras pasaba esa navaja por su delicada piel, manchando todo con sus errores.
Jin y Tae aún no se habían percatado de su desaparición.
- ¡JIMIN! ¡NO! -.
Su grito hizo reaccionar al menor, quien alzó su mirada, YoonGi pudo ver el dolor en esos ojos, pudo hasta escuchar los gritos de auxilio; y como si estuvieran conectados, los delgados pero fuertes brazos de Suga envolvieron rápidamente por los hombros a JiMin, y este simultáneamente se hecho a llorar con mucha fuerza.
Los quejidos de dolor eran casi insoportables, todo JiMin estaba gritando.
Sus cicatrices pasadas, sus nuevos cortes, su corazón, su alma, su cuerpo, su mente.
Todo gritaba de dolor, pidiendo auxilio.
Min se mantuvo firme, abrazando con fuerza al joven que sufría frente a él.
De alguna forma, se sentía identificado con su dolor, le recordaba a él mismo y a sus interminables días de encierro en su habitación.
Eran iguales, y muy diferentes.
Y entre el desgarrador llanto de Park, el pelinegro llegó a una conclusión.
- JiMinnie... yo te salvaré. Te salvaré de ti mismo, nos salvaré a ambos. -
La suave voz del mayor llegó a oídos del rubio, alzó sus ojos, hinchados y rojos por las feroces lágrimas y sonrió; con sus últimas fuerzas sonrió para YoonGi. Esa sonrisa era una representación exacta de un "Gracias."
Y en ese cuarto de hospital, en medio de una crisis, con heridas físicas y sentimentales de por medio, la primera promesa de esos dos chicos fue dicha.
Las palabras que los unirían nuevamente fueron pronunciadas. Y ninguno de los dos planeaba romper la nueva promesa.
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Save Me. «YoonMin»
أدب الهواةJiMin no está enfermo. O al menos niega estarlo. YoonGi es depresivo, y lo admite aunque sea sólo en su mente. Ambos jóvenes necesitan ser salvados de sí mismos. Necesitan poder vivir, necesitan ser felices. ¿Y qué mejor que otro enfermo, otro depre...