Los deditos de JiMin apretaban el lápiz con mucha fuerza, sus cejas casi se rozaban, y sus labios temblaban más con cada palabra que escribía. Se estaba desahogando de alguna forma con su libreta. Estaba dejando salir la peor parte de él ahí. Estaba admitiendo lo que en voz alta no quería siquiera decir.
Confusión, siento la confusión correr por mis venas, atravesar mi mente y apoderarse de mis sentidos.
Ese hombre me trae confusión, y la intriga hace que sienta la necesidad de acercarme a él.
Estoy ahogandome en mi propio dolor, siento mis manos temblar y mis ojos llenarse de lágrimas al toparme con mi dura realidad.
Lo que me rodea esta muy lejos de ser perfecto, yo estoy muy lejos de ser perfecto.
Callo los gritos de mi mente con cortes, cortes que hacen gritar aún peor a mi alma.
Mis demonios arañan mi piel en un intento de escapar, hacen sangrar mis muñecas cuando gritan y pelean por huir de la cárcel en la que los metí.
Siento que ya no puedo soportarlo.
Siento el ardor en mi maltratada piel.
Siento la confusión en mi corazón cuando miro a ese hombre.
Siento la lástima en la mirada de mis amigos, y me hace sentir más miserable.
Tengo la leve sensación de que jamás saldré de esto, y de que si me dejo envolver por mi confusión, lastimare aún más a mis muñecas. Dejaré que la puerta que atrapa mis demonios se abra. Permitiré que mi alma grite tan fuerte que duela, y mi cuerpo ya no pueda soportar el dolor.
Su cabello negro me tienta a acariciarlo, a sentirlo entre mis dedos y a mantenerlo permanentemente cerca de mí.
Sus ojos, también llenos de dolor, como los míos; son un espejo de mi mismo.
Veo mis errores en sus ojos, veo mi sufrimiento en sus ojos y siento, en el temblor de nuestras miradas al conectarse, que ambos necesitamos ser rescatados.
Salvados de nosotros mismos.Al terminar, tiró el útil sobre la camilla, agitado y temblando más que antes.
Su respiración irregular se mezclaba con el aire cálido de la habitación, y todo lo que le pasó en las últimas semanas pareció aplastarlo de pronto. Por fin era consciente de lo mal que estaba, de lo jodida de su situación.
Y eso le dolió más. Saber lo débil y patético que era le dolió como el infierno.
Apretó los puños en las sábanas, repasando por todo lo que tuvo que pasar hasta ese día, pensando en todas las personas que le habían dado la espalda cuando más los necesitaba.
La desesperación era mayor que la razón, y sus musculos se tensaban y estiraban de forma independiente, moviéndolo hacia su ya marcado destino.
El cajón de la mesita junto a su camilla tenía algo oculto, algo que él, con su instinto curioso y su necesidad de liberación habían encontrado por los pasillos del maldito hospital en una de sus caminatas matutinas, la cocina era un lugar sorpresivamente accesible, y los utensilios de esta misma le resultaban tan fáciles de tomar que hasta pensó en que el destino lo odiaba y apoyaba en su idea de abandonarlo todo.
Una navaja.
Una filosa, brillante y hermosa navaja reposaba ahora en su mano.
La sonrisa plasmada en sus labios creció al rozar el pulgar con el afilado objeto y obtener lo que buscaba, un pequeño corte por el cual brotó sangre al instante.
Su dedo ardió, y ese pequeño ardor le generó ansiedad. Necesitaba más, más para sentirse libre.
Apretó ahora la navaja entre su mano, el lápiz había sido rápidamente reemplazado por su perdición.
Y, antes de que sus ojos pudieran siquiera ver el camino que el objeto recorría, el primer corte ya estaba en su piel.
El primer grito de sus demonios.
La primera grieta de sus sentimientos.
El primero de muchos errores.
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Save Me. «YoonMin»
FanficJiMin no está enfermo. O al menos niega estarlo. YoonGi es depresivo, y lo admite aunque sea sólo en su mente. Ambos jóvenes necesitan ser salvados de sí mismos. Necesitan poder vivir, necesitan ser felices. ¿Y qué mejor que otro enfermo, otro depre...