A la mañana siguiente, los párpados del rubio se abrieron con suma lentitud y pereza.
A los dos segundos su vista se enfocó y notó que estaba en el cuarto que le había sido asignado en aquel feo hospital.
Bufó frustrado, cada mañana al despertar tenía la leve esperanza de que todo haya sido un sueño. De que su vida no sea tan mala y que solo en una cruel pesadilla todos esos sucesos vivos, podrían ser realidad.
Talló sus ojitos de media luna con cansancio, todo le resultaba agotador hasta ese momento y no sabía ni qué hora era. Miró mejor cada parte del cuarto y notó un bulto extraño en uno de los sillones que había.
Sus cejas se alzaron cuando descubrió que la persona ahí era YoonGi, quien dormía en una posición exageradamente incómoda.
Se levantó con cuidado de no hacer ruido y se arrodilló frente a él, una de sus manitas gorditas se movió hacia el rostro pálido del mayor casi por instinto.
Una sonrisa surco sus labios cuando la piel de porcelana hizo contacto con la yema de sus dedos.
Su Hyung era tan hermoso. Nunca había visto algo así. Tan perfecto.
Su voz, sus ojitos gatunos y profundamente oscuros, su cabello, sus manos. Todo en Min YoonGi le encantaba a Park JiMin.
Antes de que pudiera reaccionar nuevamente, su cuerpo se estaba acercando al contrario, y un inmenso deseo de unir ambos pares de labios lo inundó.- Suga Hyung... -.
Susurró avergonzado antes de pegar por solo dos segundos, sus carnosos labios contra los de su pálido Hyung. Su pulso se aceleró y el nerviosismo inundó nuevamente su organismo, se había dejado llevar por el momento, por sus confusos y bobos sentimientos... Lo único que rogaba era que Min no haya notado ese estúpido arrebato, que no esté despierto, que nunca lo recuerde, que jamás note que él lo am--.Sus pensamientos fueron vilmente interrumpidos cuando algo chocó contra sus labios.
¿Qué pasó...?
Reaccionó un segundo después, cuando YoonGi ya estaba moviendo los delgados y rosados labios que poseía sobre los de JiMin, quien al instante correspondió al beso, todavía más nervioso, todavía más ansioso. Los brazos del mayor en la habitación rodearon como pudieron el cuerpo del rubio, atrayéndolo a él, y obligando a su dongsaeng favorito a que se siente sobre su regazo.
Un calor casi asfixiante rodeó a ambos chicos, sus cuerpos pegados, uno sobre el otro, rozando, tanteando, aventurándose en terreno desconocido. JiMin dejó escapar un suave quejido cuando las frías manos del más alto, aunque solo por unos centímetros, se colaron debajo de su camiseta. El escalofrío que recorrió toda su espalda lo sorprendió, nunca había sentido algo parecido con tan solo un toque. Nunca había tenido miedo por la velocidad a la que su corazón latía. Nunca había experimentado algo igual con nadie.
El beso siguió su curso, lento, delicado, con temor y hasta vergüenza por parte de ambos. El aire hacía falta, pero las ganas de mantenerse juntos eran más fuertes, ese momento tan íntimo duró unos largos segundos. Se separaron, dejando un silencio ensordecedor en el ambiente, y un sentimiento de inseguridad en sus corazones. YoonGi fue el primero en hablar.
- JiMinnie... yo, me gustas, mocoso... no quería decirlo así, tan de repente, pero me superaste. Jamás pensé que te atreverías a hacer algo como eso... besarme... yo, Dios, JiMin; me encantas. Diría que demasiado. -
La boca del rubito se abrió, en la intención de dejar salir algún tipo de palabra, de sonido, de reacción. Pero nada quiso escapar, y solo atinó a abrazar por el cuello a Suga, y retener esas torpes lágrimas de alegría que arañaban sus párpados, queriendo huir.
Los hipidos y pequeños espasmos que sufría su cuerpo eran sentidos por el mayor, quien algo asustado, lo apretujó con fuerza contra sí mismo e intentó reconfortarlo, susurrando palabras cariñosas, susurrando promesas que intentaría cumplir aunque le costara la vida, susurrando frases que jamás pensó decirle a alguien, susurrando sus verdaderos y más profundos sentimientos.
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Save Me. «YoonMin»
FanfictionJiMin no está enfermo. O al menos niega estarlo. YoonGi es depresivo, y lo admite aunque sea sólo en su mente. Ambos jóvenes necesitan ser salvados de sí mismos. Necesitan poder vivir, necesitan ser felices. ¿Y qué mejor que otro enfermo, otro depre...