OCTUBRE 8, 2015

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Llevo menos de una mes de conocerla y ya creo que es mi persona favorita. Sólo con ella puedo platicar sin cansarme durante todo el día; puedo contarle cosas que no me atrevería a contarle a alguien más, puedo platicar con ella sin pena alguna, sin tener que fingir. Ella es la única persona que me hace sentir una infinidad de cosas sin estar siquiera conmigo; únicamente necesita escribirme un poco, mandarme algún mensaje, para hacerme feliz el resto del día.

Hoy escribió algo para mí, y cada que lo leo no puedo evitar sonreír y pensar en ella. A decir verdad, ya no puedo -ni quiero- dejar de hacerlo. Todo me la recuerda. Ya no quiero saber de otras personas, ella lo tiene todo, todo, todo lo que necesito para vivir.

¿Recuerdas aquella fecha? Una tarde como cualquiera. Algunos durmiendo, otros estudiando, otros caminando, otros perdiéndose y otros encontrándose en aquella lluviosa tarde. ¿Y tú qué hacías?

La lluvia para mí no es nada molesta, al contrario, es perfecta. Esa tarde iba caminando. Soy mala con las fechas. Aquella tarde, lluviosa, mojada, la recuerdo perfectamente; césped, olor a tierra mojada (uno de mis olores favoritos), chicos corriendo, empujándose, otros caminando. ¿Y tú qué hacías?

Caminando, entre las personas, pude ver detrás de toda aquella multitud a un chico. Tenía unos ojos preciosos donde podías ver el color naranja; que me recordaba al verano, y no sólo eso porque aquel color combinaba perfectamente con el otoño; y el color verde que me recordaba un poco más a la lluvia y al olor del césped mojado. ¿Y tú qué hacías?

No era cualquier chico; algo de él llamó mi atención. Algo de él hizo que me diera curiosidad por conocerlo. ¿Te digo algo? Lo consiguió... Pasaron días y días, y mi interés por aquel chico no se iba, y menos cuando ya le hablaba. ¿Y tú qué hacías?

Llegó a interesarme al punto de hablar día y noche con él. La mejor parte de mi asqueroso día era aquel chico de ojos verdes a medio abrir. Lamentablemente no se me dio la oportunidad de hablar con él en persona. Pero créeme que verlo caminando por aquellos pasillos me tranquiliza. Me basta con ver su sonrisa a lo lejos, su cuerpo al caminar, o sus ojos al contar algo gracioso. ¿Y tú qué hiciste?, ¿lo notaste? O acaso... ¿recuerdas aquel día?, ¿recuerdas aquella fecha en que te vi por primera vez?

OCTUBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora