SEPTIEMBRE 5, 2016

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La veo cada maldito día

de lunes a viernes

en este monótono manicomio

-el mismo lugar de basura

en el que la conocí-.

La veo saltar a través de las redes,

como queriendo volar,

como alejándose cada vez un poco más de mí.

La veo caminando por todos lados

como en pasarela;

con sus largas piernas,

y esa sonrisa

que se vuelve casi imperceptible

cuando nota que voy pasando a su lado.

La veo cada día,

a cada momento,

incluso cuando no está.

Su recuerdo me sigue,

me enloquece, me atormenta

mientras me mantiene enamorado.

Mis pensamientos perecen

al recordar el amor,

al recordame con ella.

Pero si ya no está, no existe,

eso me dicen todos,

la tengo que olvidar,

debo dejarla ir.

Ella no me está matando,

yo me aferro a su recuero

y me mato mí.

Ella ya no existe,

ni su amor,

ni sus besos,

ni sus promesas.

Pero yo sé que es real

porque la veo cada maldito día

de lunes a viernes

en este monótono manicomio.

La veo saltar a través de las redes,

como volando,

como acercándose cada vez un poco más a mí...

y así, hasta que vuelvo a despertar,

y no la vuelvo a ver

hasta la siguiente noche

en mi cabeza.

OCTUBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora