Capítulo 14

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Cal ya se encontraba dormido, perfecto. Me levante haciendo él menor ruido posible para no despertarlo; Cal tenía él sueño ligero algunas veces.

Me había acostado con la ropa puesta de una vez: unos pantalones de mezclilla, una playera blanca, mis tenis negros y una lampara de mano. Llegué hasta él pasillo sin hacer ruido, ni despertar a Cal. Cerré la puerta cuidadosamente y continúe en modo sigiloso hasta salir del edificio.

No había ni una sola alma afuera; me escabullí entre las sombras para no ser visto. Encontré la entrada al bosque.

Entro, no entro.

No. Ya he llegado muy lejos y tengo que responder a mis dudas. Entré al bosque sin saber cuáles eran mis, exactamente, dudas.

***

Árboles, árboles y más árboles. Había caminado ya bastante y no había encontrado nada. Lo tenía claro: me habían timado.
Me volví para regresar a los cuartos, pero antes de que pudiera salir, de nuevo ocurrió.

- derecha. - ¿no se te ocurrió que podías aparecer antes? Seguí sus indicaciones.

***

¿Es enserio?

Me encontraba justo donde había entrado. La mugre voz me trajo hasta acá. Ya había tenido suficiente. Estaba enojado, frustrado.
Me regresé a los dormitorios.

Cal seguía dormido, gracias a Dios, pero sentía que algo no andaba bien. Revisé todas mis cosas, las cosas de Cal, pero todo estaba como lo había dejado. Fui al baño, me di una ducha - había quedado un poco sucio de la larga, y sin sentido, caminata - me refresqué con eso, y mi mente se despejó, pero aún tenía inquietud.

No presté atención y mejor decidí tratar de dormir un poco antes de la escuela. No me haría nada bien quedarme dormido en clase de mate, física o artes y leyendas.

Doy vueltas en la cama pero no puedo dormir. Me doy por vencido y salgo del cuarto.

- ¿de nuevo no puedes dormir? - pregunta una voz tras mis espaldas. Me doy la vuelta. Brenda.

- algo así.

Me dejo caer en él piso, y Brenda me imita.

- que mal. ¿puedo hacerte compañía?

- si, supongo.

- bueno, la verdad, ya lo estaba haciendo. - ríe levemente y yo dejo escapar un suspiro. - ¿qué tienes?

- nada solo... - me debato si le digo o no. - estoy algo cansado.

- ya.

Nos sumergimos en un silencio, de esos que no son cómodos pero tampoco incómodos. Después de un rato, ella apoya su cabeza en mi pecho y me abraza, no la aparto, de alguna forma me tranquiliza. Estuvimos así hasta que me dormí, nuevamente en él piso.

Angels BeatsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora