Capítulo 36

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Dejaba a Lexa dormir un rato más mientras se permitía contemplarla sumida en su sueño, de espaldas a ella. Aprovechaba el rato para pensar en lo que había sucedido, y ni rastro de arrepentimiento existía dentro de sí. Estaba tranquila y feliz. De solo recordar el rato que tuvieron antes de que Lexa cayera rendida, sonreía. No había sido incomodo o raro, sino todo lo contrario. Habían desarrollado un tipo de confianza que iba más allá de lo amistoso, llegando también a confiarse el cuerpo de la otra sin miedo ni vergüenza por nada.

Acarició suavemente su brazo, dejándose llevar por sus deseos de sentir la tersa piel de Lexa. ¿Quién lo diría? Jamás, ni en un mundo paralelo o apocalíptico, se habría imaginado embelesada por esa chica. Pero no fue en ningún otro universo que sucedió. Era real, tan real como los mares, los bosques y las estrellas que habitaron en el cielo.

Lexa se despertó mascullando alguna cosa inentendible que la hizo volver a esbozar una ladeada sonrisa, e iba hablarle, pero la chica siseó callándola antes de que pudiera manifestar la primera palabra

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Lexa se despertó mascullando alguna cosa inentendible que la hizo volver a esbozar una ladeada sonrisa, e iba hablarle, pero la chica siseó callándola antes de que pudiera manifestar la primera palabra.

-          No digas nada –suplicó en un ronco murmuro, y luego explicó la razón de su petición-: Si es un sueño, no quiero despertarme.

Su sonrisa se ensanchó y se acercó para besarle el cuello con húmedos besos, ocasionando que la chica se riera apenas cambió su modo sensual a uno bromista al hacerle pedorretas. La risa de Lexa se le contagió y también rió, más cuando la castaña hacía el intento de girarse para tomar su venganza y hacerle también cosquillas, pero Clarke se resistía.

-          ¡Ven aquí, Griffin! –Lexa logró escabullirse de sus brazos y comenzó a hacerle cosquillas, haciéndola retorcerse bajo suyo sin poder parar de reír.

-          ¡Y-ya... ya! ¡Me duele el... estomag...! ¡Lex! –No podía terminar una oración por la falta de aire, así que Lexa le dio tregua, pero reclamando un beso como premio.

Volvió a desplomarse de espaldas sobre la cama, girando su cabeza para ver a Clarke acomodarse sobre su codo para verla mejor. Estaba segura de que no habrían dormido ni dos horas, pero es que el tiempo con Clarke tenía que aprovecharlo y podía dejar a un lado el agotamiento físico, prefería disfrutar de su rubia.

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Ángel | La amiga de mi hermana (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora