Capítulo 20 - Lluvia

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El ambiente en la mesa se había tornado tenso, pesado. El silencio nos envolvió a todos, mientras esperábamos que Zoe pronunciara palabra. Pero este mismo envolvió a Zoe, quién se negó a decir lo que todos esperábamos.

- No lo haré. No porque ustedes me pidan hacerlo, lo haré cuando esté lista, y dejen de presionarme. Es mi secreto. Es mi problema, por tanto yo voy a decidirlo.

- Zoe, no alargues más esto. Brielle es tu amiga, y no lo merece.-Patryk estaba molesto. Se notaba en su forma de hablar y expresarse.

- Dije que no me presiones. Y Brielle, lo siento mucho linda, pero ahora no puedo.

-Tranqu...-Antes de que yo pudiera acabar la palabra, Zoe desapreció. De nuevo.

Nadie dijo nada hasta tres minutos después. Fue Patryk quien rompió el silencio esta vez.

-Quisiera poder ayudarte Brielle, pero no es mi secreto, y respeto su espacio.

-No importa, puedo resistir un poco más.-Reí un poco, pero a nadie le causo gracia. De hecho, solo me miraron y silenciosos y con un poco de preocupación en sus rostros. – Estaré bien, lo prometo.

Howl fue el primero en levantarse.

-Creo que me iré, el apetito se me fue de la nada. – Dirigió su mirada a mí y sonrió. – Cuídate Brielle.

Cuando el almuerzo finalizó, todos volvimos a nuestras habitaciones, a esa cárcel que tenía un extra, daba terror, no era agradable, hacía frío, y no eran rejas, eran paredes.

Estaba cansada, la cabeza me dolía, sentía que iba a estallar. Pasados los minutos, me quede dormida. Y pasadas las horas, desperté con fiebre, estaba empapada en sudor frío. A penas pude abrir los ojos para buscar el vaso con agua que dejaba todas las noches a mi lado, pero mis brazos chocaron con algo más. Con alguien más. No podía verlo muy bien, mi visión estaba borrosa y tampoco diferenciaba la realidad con el sueño que me dominaba.

-¿Cómo es que acabaste aquí, Brielle? - Escuché.

Estaba confundida. ¿Había realmente alguien en mi habitación, o estaba imaginándolo con el sueño y la fiebre?

-Soy Marco, el hijo del funerario. ¿Me recuerdas?

Marco, Marco, Marco el hijo del funerario. – Tratando de recordarlo, buscaba en mis recuerdos dejando a un lado el sueño, pero era imposible. ¿Quién era Marco y cómo llegó hasta aquí?

-Encontré algo que te pertenece, dame tu mano.

No podía levantarla, no podía moverme, solo tenía una visión borrosa y estaba confundida. El tomo mí mano y dejo algo. Fue lo último que recuerdo.

Desperté, era medio día y la fiebre se había controlado, pero resultó para mi mala suerte, un resfriado.

Me senté con dificultad, y al ver hacia la ventana, recordé lo que había pasado durante la noche.

-¡Marco!, el chico del cementerio donde esta sepultada Justina. – Al fin pude recordarlo. Y al mismo tiempo, recordé que me había dado algo, en mi mano no estaba, debí haberlo perdido durante dormía. Así que me puse en pie y busque entre las sabanas, y ahí estaba. El collar de Justina.

Lo tomé y lo miré detalladamente. Sin duda era ese. Pero ¿por qué lo tenía él? ¿Cómo lo encontró? ¿Cómo entró a casa?

Mis pensamientos se esfumaron cuando la puerta de mi habitación se abrió. Era Luke. Escondí el collar de inmediato.

-Hola, Luke. ¿Qué haces aquí? Pueden verte.

-No lo creo, el personal está recibiendo a alguien nuevo, aproveche para venir a verte. – Si una palabra definiera a Luke, sería "Nervios", el siempre actuaba así. Eso me hacía recordar su problema, me hacía imaginarme la escena de terror que vivieron juntos los tres hermanos.

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