Capítulo 3
Esperaba que me dijeran: "Ey, Clea, ha sido broma, chica. No morirás, hay una solución".
Pero ninguno dijo una palabra.
Es más, ninguno miraba en mi dirección. La noticia no es que haya caído de maravilla.
Estaba prácticamente destinada a morir.
–Ey, no te preocupes demasiado por eso. –Me dijo Ryder, mientras tomaba mi mano, pero seguía teniendo la mirada perdida. –Encontraremos una manera de ayudarte.
–Cierto, Clea. –Agregó Jeff, con una sonrisa forzada. –Encontraremos la manera.
–No vamos a dejar que mueras. –Aseguró Erika.
**
Les había dicho a los chicos que quería descansar un poco. Ellos no rechistaron y dijeron que podíamos salir a comer algo en Wickdale, pero sus miradas tristes no me ayudaban a levantar mi ánimo.
Me tiré en mi cama de plumas. Ya no se sentía tan suave como antes. Miré mis manos; hacia unas semanas que no utilizaba los elementos. Ahora, tenía miedo hasta de hacerlo.
Si mi madre en realidad era Mina, que tenía muchísimos siglos de antigüedad, ¿Por qué yo tengo 18 años? Vale, supongo que debe haber alguna razón lógica para eso, pero desearía saber cuál es.
Aunque no estaba cansada ni tenía sueño, caí dormida sin darme cuenta.
Y tuve un sueño muy raro.
No era de Mina, como lo era normalmente. Esta vez la protagonista era una chica; llevaba un vestido rosa pastel con un apretado corsé, de esos que debieron usarse en la época de mis antepasados. Ella era hermosa; tenía unos ojos gris verdosos y el cabello rubio, natural, parecido al mío. Iba caminando por un camino de tierra mojada; no parecía importarle su claramente costoso calzado. Aunque seguramente debía ser una odisea caminar con ese vestido, ella no parecía demostrarlo demasiado.
Se detuvo a medio caminar, en frente de una desgastada cabaña de madera que parecía poder derrumbarse con un soplido. Tocó la puerta con una mano enguantada y esperó hasta que alguien respondiera.
–¿Quién es? –Preguntó una voz casi femenina detrás de la puerta de la cabaña. No se había molestado en abrir.
–Es Clea. –Dijo la chica. Mierda, mierda, mierda, mierda.
–Oh, eres tú, hija de Mina. –Murmuró la voz detrás de la puerta. –¿Qué te hace venir por aquí?
–Me dijeron que usted sabe cómo preparar el cuerpo de los magos para poder albergar los poderes. –No estaba entendiendo nada del sueño, pero seguía transcurriendo. La chica, que al parecer también se llamaba Clea, hablaba con determinación y seguridad.
La voz detrás de la puerta dio una risa estruendosa. –¿Te acabas de enterar que vas a morir?
La chica palideció. –N–No sé a qué se recuenta usted.
–¿Cuántos años tienes? ¿18? –La persona detrás de la puerta la abrió de par en par, dando a relucir a una anciana con una túnica negra y el cabello blanco. Tenía arrugas en toda su cara. –Ya es demasiado tarde, pequeña. Dedujo que usas esa tela en tus manos para cubrir tus quemaduras. –Clea se tensó, poniéndose pálida. –También las tienes en el pecho, ¿No? –La anciana ladeó la cabeza. –Todas las hijas de Mina están destinadas a morir.
Clea comenzó a sacudir la cabeza, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
–¡Solo dígame como detener esto! –Chilló. –¡No quiero morir!
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Magos de Mina: Belial, príncipe del infierno. (Libro #2)
FantasyMe vi a mi misma en una especie de habitación blanca. No veía techo, ni paredes, pero estaba de pie en algo sólido. Miré mis manos; seguían estando llenas de ampollas, pero aun así me sentía demasiado irreal. Pero repentinamente, frente a mí, comen...