Capítulo 20
Liana caminaba frente a nosotros, con su capa gris ondeando al viento. Ryder, Jeff, Erika y yo la mirábamos como esperando que se pusiera a echar fuego.
–¿Por qué crees que Ciudad Niebla mandó a una maga? –Me murmuró Erika.
Negué con la cabeza. –Yo pensaba que los magos de Ciudad Niebla no luchaban.
–Supongo que hay excepciones. –Dijo Ryder, encogiéndose de hombros.
Luego de unos pasos más, Liana se detuvo en seco. Se dio la vuelta y los chicos y yo quedamos como gatos acorralados.
–¿Saben que escucho lo que hablan, verdad? –Dijo Liana, ladeando la cabeza.
–Es solo que estamos muy sorprendidos. –Dije, tratando de parecer amigable.
–Nos tienen muy poca estimación a los magos del clima. –Dijo ella, con el ceño fruncido y la barbilla en alto. Nos fulminó con la mirada y se dio media vuelta para seguir caminando.
Jeff puso los ojos en blanco. –Es muy altanera.
–Como tú. –Respondió Erika, parpadeando varias veces, sonriendo. Jeff la miró como si quisiera golpearla.
Seguimos caminando en silencio. Ryder me dijo que la capilla quedaba a las afueras de Wickdale. No lo sabía, ya que la primera vez, el día de la boda, Ryder había hecho una teletransportación hasta allá.
Caminar me daba tiempo para pensar. Tengo que mentalizarme que esto no será fácil. Si no conseguimos el sello, será mi final. Y si me soy sincera a mí misma, no creo que sea posible conseguirlo. Aunque la esperanza es lo último que se pierde, ¿No?
Jeff y Erika caminaban tomados de la mano mientras se reían uno del otro. Ryder iba a mi lado, con las manos en los bolsillos de la chaqueta de cuero y la capa detrás de los hombros. Su perfil era perfecto; su nariz perfilada, sus labios carnosos y sus largas pestañas. Era simplemente hermoso. Pero mi corazón dio un vuelco y cayó a un precipicio cuando recordé la promesa que le hice de que no me iba a perder.
Y si no conseguimos el maldito sello, tendré que matarme.
Dios, no. No puedo hacerle eso, tengo que amarlo, tengo que hacerlo feliz, se lo prometí. No me perdonaría a mí misma ni muerta si lo hago sufrir.
Desvié mi mirada y seguí caminando con la cabeza mirando mis pies. Pero sentí una mano recorriendo mis dedos; levanté mi cabeza y miré a Ryder mirándome con esos hermosos ojos gris azulado mientras tomaba mi mano. Me dio una media sonrisa y por poco no caigo derretida en un charco.
–¿En qué piensas tanto? –Me preguntó, tan bajo que solo yo podía oírlo. Sin querer, apreté aún más su mano. Se sentía bien; podríamos pasar por una simple pareja caminando de la mano, pero obviando que ambos somos magos en una búsqueda casi imposible y que si no logramos nuestro cometido yo tendré que matarme.
Sí, una pareja muy normal.
Negué con la cabeza. –No es nada.
–Lo conseguiremos, Clea. –Levanté mi mirada hacia su perfil. –Y aunque no lo consigamos, no permitiré que mueras.
Asentí y sonreí, fingiendo que también estaba tan segura como él.
Tomamos el desvío hacia la capilla. Era un camino rocoso rodeado de árboles verdes y otros amarillos. Olía como a primavera. Unos pasos más y había llegado a la capilla, que era demasiado grande para ser una capilla. Parecía más bien una catedral; con las paredes blancas y torres de ladrillo, los ventanales de colores con imágenes de la biblia, la gran puerta de madera abierta de par en par y los 50 escalones que había que subir para llegar a la entrada.
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Magos de Mina: Belial, príncipe del infierno. (Libro #2)
FantasyMe vi a mi misma en una especie de habitación blanca. No veía techo, ni paredes, pero estaba de pie en algo sólido. Miré mis manos; seguían estando llenas de ampollas, pero aun así me sentía demasiado irreal. Pero repentinamente, frente a mí, comen...