Capítulo 4.

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Capítulo 4

Intenté abrir mis ojos, pero me sentía demasiado cansada. Como si hubiera sido correteada por perros del aire.

Recordaba a las reencarnaciones; eran tan vívidas todavía, sentía su dolor, sentía que podía ser una de ellas. Quería ayudarlas. Abrí mis ojos y aun me encontraba en el mismo sofá en la oficina de la Srta. Emilia. Era consciente de lo murmullos y las habladurías a lo lejos. Intenté incorporarme y al instante miré mis manos; estaban vendadas hasta el codo. Intenté quitármelas, pero una mano me detuvo.

–Yo que tú, no lo haría. –Era Ryder. Detrás del apareció una persona inesperada.

–Ey, doncella. En tremendo lío estás metida. –Era el odiosamente encantador director de La Casa de Los Hermanos, Alex Mir. Tenía su cabello castaño desordenado y sus ojos azabache juguetones junto con su sonrisa rompe bragas. Fui consciente de la mirada fulminante que le lanzó Ryder.

–¿Puedes ponerte de pie? –Preguntó Ryder. Le asentí, mientras ponía mis pies en el frío piso alfombrado, pero al instante casi me derrumbo.

Alex y Ryder me tomaron cada uno un brazo. Los miré, y casi pude ver electricidad chocando frente a ellos.

–Estás muy débil. –Dijo Alex. –Deja que te lleve. –Ryder lo apartó.

–Yo puedo llevarla. –Escupió Ryder. Alex levantó las manos en señal de derrota, pero seguía sonriendo divertido.

Ryder dejó que me apoyara en él y casi no tocaba el piso, porque prácticamente me llevaba cargada. Cruzamos por un pasillo en el mismo estudio de la Srta. Emilia, que llevaba a un pequeño salón con una gran espada envuelta en tierra, aire, fuego y agua; los cuatro elementos.

Pero lo que más me sorprendió fue encontrar a todos los directores de Las Casas; Estaban Marcos, Marcus, el anciano del Consejo de Retirados y el hombre de Ciudad Niebla, como siempre, metido debajo de su túnica gris. La Srta. Emilia, obviamente, estaba charlando con ellos en el momentos en entramos.

–¿Te sientes bien, Clea? –Me preguntó, seria. Podía ver la preocupación en su semblante.

–Estoy bien. –Le dije, mientras Ryder me ayudaba a mantener el equilibrio. –¿Qué sucede aquí? ¿Por qué están todos los directores aquí?

La Srta. Emilia me dio una sonrisa cálida. –Les pedí que vinieran porque necesitaba la ayuda de todos. Ryder apretó mi hombro.

–Ella necesita mostrarte algo.

Yo sacudí la cabeza. –¿Qué me sucedió antes?

–Creo que fue demasiado fuerte para ti ver las reencarnaciones. –Explicó Ryder. –Supongo que te susurraban cosas y...te volviste inestable, querías...–Se le cortó la voz.

–Querías hacerte daño, Clea. –Completó la Srta. Emilia. –Como reencarnación, puedes tener vínculos con aquellas que te precedieron. Las viste a todas, ¿No? –Asentí. –Eran muchas, ¿Cierto? –Asentí de nuevo. –No puedo saber exactamente que reencarnación eres tú, pero logré hacer algo que podría ayudarte...–Hizo una pausa. –Pero también será algo muy...difícil de asimilar. Necesitamos que tengas la mente abierta.

Ya estaba lo suficientemente destrozada. ¿Qué más daba?

–Está bien. –Respondí. La Srta. Emilia me sonrió una última vez.

–Estoy aquí para ti. –Murmuró Ryder en mi oído. –¿Esta bien? No dejaré que te suceda nada.

–Está bien. –Le dije de vuelta.

Magos de Mina: Belial, príncipe del infierno. (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora