Capítulo 9.

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Capítulo 9

Mi idea era lo más descabellado que se me hubiera podido ocurrir en la historia, pero venían más demonios. Ni La Casa ni los magos van a soportar otra legión de los demonios de Belial. Lo que tenía pensando era lo más arriesgado pero también lo mejor para todos.

–Erika, hay otros magos como tú, que hacen escudos y protecciones, ¿Cierto? –Erika asintió.

–Unos cuantos, son muy buenos. Pero... ¿Cuál es tu idea?

–Llámalos; necesito que hagan un escudo frente a la entrada de La Casa. Que los demonios que queden y los que vienen no puedan traspasarlo.

–Pero...

–¡Ahora, no hay tiempo! –Erika no lo pensó dos veces antes de salir corriendo.

–Jeff, Ryder; ustedes díganles a los magos que quedan que entren al escudo. –Les ordené. Ryder me sujetó el brazo.

–¿Qué piensas hacer? –Me escupió. Sus ojos estaban dilatados.

Lo miré fijamente. Esperaba que entendiera con mirada lo que deseaba. –¿Confías en mí?

–Claro que confío en ti...

–Entonces solo haz lo que dije. –Su mano cayó a su costado. Parecía estresado. Se revolvió el cabello y se relamió los labios.

–Clea, solo prométeme que no será algo peligroso.

Es algo muy peligroso.

–Te lo prometo. –Le di mi mejor sonrisa falsa. Jeff lo tomó del brazo y comenzó a arrastrarlo hasta la entrada de La Casa.

Quedaban pocos demonios, pero eso solo significaba que la siguiente legión estaba cerca. La nube de miasma se volvía a intensificar demasiado.

Miré hacia arriba, hacia el techo de La Casa de La Unión. Estaba altísimo, así que era un buen lugar para mirar el panorama. Ordené a los vientos que me rodearan y me elevaran hasta allá. Miré desde arriba como Erika y otros 10 chicos más se colocaban en la entrada de La Casa. Sus ojos cambiaron a grises y poco a poco el escudo comenzó a formarse. Los magos que luchaban con los demonios restantes huyeron para tomar refugio detrás del escudo.

Al llegar al techo de La Casa, tenía una vista perfecta de Wickdale y del bosque de Mina. Ciudad Niebla debía estar esforzándose porque podía divisar una gran nube de nieve encima del ejército que se acercaba a Wickdale. Pero ni siquiera la nieve podía detenerlos. Una vez que pisen Wickdale, estarán a solo un paso de La Casa de La Unión.

Tenía planeado reforzar el escudo que estaban creando los chicos con los cuatro elementos; algo parecido a lo que hizo Mina antes de morir. Ella creó un escudo con los cuatro elementos y todos los demonios y bestias que intentaron cruzarlo, se volvieron cenizas.

La última vez intenté expulsar una cantidad moderada de poder, pero al final era demasiado doloroso y casi acabo con mi vida imprudentemente. Esta vez solo reforzaré el escudo con los elementos. Ya no estoy expuesta a morir por usarlos, pero aun así eso no me hace invencible.

La capa gris–blanquecina del escudo rodeó La Casa de La Unión por completo. Dios, espero que esto realmente funcione.

Eché un último vistazo al horizonte. –Maldita sea, ya cruzaron Wickdale. –Si no me daba prisa, esto podría ser un gran plan suicida.

Extendí mis manos y fácilmente los elementos comenzaron a salir de mis manos; fuego y tierra por la izquierda y agua y aire por la derecha. Fueron a dar directamente a la capa gris–blanquecina del escudo, fundiéndose y combinándose, esparciéndose por todo el escudo, que poco a poco fue tornándose en una mezcla de gris–blanquecino, rojo, azul, marrón y gris.

Magos de Mina: Belial, príncipe del infierno. (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora