Capítulo 2.

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Nuestra portadora de los cuatro elementos en multimedia♡

Capítulo 2

La tarde cayó mientras Ryder y yo caminábamos aún por Central Park, aunque habíamos decidido sentarnos en una de las bancas vacías. Era agradable que, siendo Nueva York una de las ciudades con más contaminación ambiental del mundo, aun se pudiera respirar aire limpio.

–Sé que las heridas no te las hiciste con agua hirviendo. –Me sobresalté cuando Ryder habló. No había hablado desde hacía unos minutos y me llevó a pensar que quizás estaba disfrutando del paseo.

Pero presentía que Ryder no era del tipo de persona que se dejaba engañar fácilmente. Y parecía estar muy enfrascado en que le dijera la razón de mis ampollas. Oculté mis manos debajo de mis rodillas.

–¿Ahora eres un mago de La Casa de Los Hermanos? –Le dije de forma juguetona, aunque él no movió ni una pestaña.

–Puedes confiar en mí, Clea. –Dijo, mientras me miraba fijamente. Sus ojos me habían intimidado desde la primera vez que mostró su cara. Y de alguna manera, inspiraban confianza. Le tengo confianza a Ryder. Si no le tuviera confianza a él, no estuviera aquí en donde estoy en este momento.

–Me salieron el día que regresé de Mina la última vez. –Me concentré en mis zapatos. –Pienso que es por el uso excesivo de los elementos.

Ryder ladeó la cabeza. –¿Estás segura?

Asentí. –Es lo más probable.

–¿Y no estás preocupada por eso?

–No lo sé. –Me encogí de hombros. –Fue solo hace dos meses que me enteré de todo esto. Ya sabes, ni siquiera soy una maga como tal. –Se quedó en silencio unos minutos y luego se puso tenso. Se levantó rápidamente.

–Regresemos a Mina. –Me levanté también. Se veía preocupado, e incluso hasta asustado. Tomó mi mano y comenzó a llevarme arrastras.

–Ryder, yo no puedo irme así. Ya te dije que dentro una semana... –Se detuvo en seco.

–Dentro de una semana quizás ya sea demasiado tarde.

Eso sí me asustó.

**

Nos teletransportamos a Mina tan rápido que quedé desconcertada.

Aparecimos en unos de los pasillos, pero la puerta frente a nosotros se me hacía conocida. Ryder tocó la puerta repetidas veces con sus nudillos. Las incrustaciones de oro y plata de la puerta me recordaron que esta era la habitación de Jeff. Luego de unos minutos, abrió la puerta.

Jeff apareció en el umbral sin camisa. Y Dios, sí que estaba muy buen dotado. Tenía lápiz labial en el cuello y en el pecho y el cabello de recién follado.

–¿Qué quieres, hombre? –Escupió. Cuando se percató de mi presencia, me sonrió. –Hola Clea.

Una chica apareció detrás de él y enrolló sus brazos en el perfecto torso desnudo de Jeff.

Y lo más sorprendente era que esa chica no era Erika.

Miré a Ryder, pero el parecía como si nada.

Le di un codazo. –Ryder... –Pero antes de que terminara mi frase, una Erika envuelta en una sábana y con el cabello morado enmarañado apareció al otro lado de Jeff, imitando el acto de la otra chica.

Eso sí que no me lo esperaba.

–Hola Clea. –Me saludó Erika con una gran sonrisa. –Es bueno tenerte por aquí, ¿Vamos a trabajar ya en lo de Belial?

Sacudí la cabeza. –Hay algo aquí que no encaja. –Las dos chicas y Jeff ladearon la cabeza. Erika pareció reparar a lo que me refería.

–Ah. –Masculló. –Es que es bueno a veces salir de lo monótono. –Explicó Erika con una sonrisa.

–Y no hay nada mejor que un trío. –Agregó Jeff, también con una sonrisa. –Pero no creo que hayan venido hasta acá para hablar de eso. ¿Sucede algo?

Ryder asintió, muy serio. –¿Podemos hablar cuando no estén así? Enserio, a Clea le debe molestar. –Jeff y Erika se miraron entre ellos.

–Oh, claro. –Dijeron al unísono.

Luego de que mis dos viejos amigos se pusieran decentes, fuimos a la biblioteca de La Casa de La Unión. Era un lugar grandísimo e impresionante. Era tipo estudio, con estantes de libros que iban del piso al techo. Había mesas con sillas en el centro del salón y una pared de vidrio paralela a la puerta que mostraba el cielo nublado de Mina.

–Bien, suéltenlo. –Dijo Jeff, cruzándose de brazos.

Pero yo estaba entretenida viendo la cantidad de libros que albergaba este lugar. Creo que ni la biblioteca pública de Nueva York tenía tantos libros. Había libros de hechicería para principiantes, intermedios y para profesionales. Manuales de poderes, bibliografías de magos y otros sin fin de libros que parecían muy interesantes. Tomé uno que tenía en su lomo escrito el nombre del libro; "Los cuatro elementos". Me pareció irónico que tomara ese libro de entre todos.

–Clea. –Me llamó Ryder, sacándome de mis pensamientos. –Ven aquí. –Me ordenó. Me acerqué de inmediato. Él tomó mis manos y al instante Erika y Jeff abrieron los ojos como platos.

–Por Mina. –Masculló Erika.

–Está rechazando los poderes. –Murmuró Jeff. –Había escuchado de esto, pero...–Sacudió la cabeza. –Nunca había visto que un mago rechazara sus poderes. Y más si ha nacido con ellos.

–Creo que es porque su cuerpo no ha sido preparado aún. –Explicó Ryder. –Los magos necesitamos preparar nuestros cuerpos para albergar los poderes y si ella no ha tenido la preparación, es obvio que este los esté rechazando.

Lo miré, confundida. –¿Y qué pasa si mi cuerpo rechaza los poderes?

Los chicos se miraron entre ellos y se dieron unas miradas no muy agradables.

–Lo más probable es que te consuman. –Explicó Erika.

–Y mueras. –Concluyó Jeff.

Y por si fuera poco.

Magos de Mina: Belial, príncipe del infierno. (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora