Capítulo 22. Penúltimo capítulo.

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Capítulo 22

No quise quedarme a ver qué era lo que sucedía después.

Ordené a mis pies que se movieran y me sacaran de ese lugar. Retrocedí unos cuantos pasos y comencé a correr lo más rápido que podía.

Mientras me alejaba, el miasma detrás de mí se intensificaba de manera rápida y el lugar en donde se encontraba Belial y esa extraña mujer parecida a Mina se fundió de nuevo en una niebla negra que traía consigo ráfagas de viento muy fuerte.

Traté de centrarme en no caerme en el lodo.

Esa mujer no podía ser Mina Tepes. Ella murió hace quién sabe cuánto, la gente que muere no puede volver a vivir así como así. Y aun si esa mujer fuera Mina...No, es imposible. La Mina que he conocido no es esa clase de persona.

Corrí hasta el final de la barrera y tuve que invocar los vientos para que un árbol no cayera encima de mí. Crucé la protección y en unos instantes, todo lo que había presenciado con mis ojos, había desaparecido. Ya no se veía la capa blanquecina por ningún lado; el bosque estaba en silencio, solo se podía escuchar el leve canto de algunos pájaros y el viento que azotaba las hojas de los árboles suavemente.

No había miasma, ni Belial, ni Mina versión malvada.

Nada. Simplemente desaparecieron.

**

Llegué corriendo a La Casa de La Unión.

Jadeando, inspeccioné el frente de La Casa; habían unos cuantos magos en con armadura caminando de un lado a otro, un poco agitados. Pero no parecía que hubiesen luchado. Al menos no demasiado.

Caminé, mientras mi respiración se calmaba, buscando con la vista a Ryder o alguien a quien pudiera decirle la locura que había presenciado y que este me lanzara agua fría para que dejara de soñar.  

Pero sentí unas gruesas y ásperas manos tomando mis brazos.

-¿Pero qué mierda...? -Miré a mis costados y estaba siendo sujetada por dos hombres altísimos, corpulentos, con capas rojas y el rostro escondido detrás de unas máscaras del color del oro y de la plata. -¡Me están lastimando! -Comencé a patalear y a tratar de zafarme, pero eran mucho más fuerte que yo.

-Será mejor que no te resistas, portadora de los cuatro elementos. -Habló el hombre de mi izquierda. -Hiciste un trato con el director y no lo has cumplido.

-¿De qué rayos hablas? ¡El trato era de tres días! -Entramos a La Casa, y estaban todos los magos listos para la batalla, de pie presenciado como dos moles me llevaban como si fuera un bolso de Channel.

¿Realmente ya era mi hora?

¿Iba a ser así?

Veía en el rostro de todos los magos expresiones de lástima y de dolor. Ellos sabían que era lo que me esperaba.

Dios, no, por favor.

-¡Clea! -Erika y Jeff venían corriendo hacia mí, pero fueron sujetados rápidamente por otros hombres con capas rojas y máscaras. Erika maldecía, y podía ver como en sus ojos comenzaban a aparecer lágrimas. -¡Suéltenme, malditos! ¡Los mataré a todos!

Hasta yo dejé de luchar. Me dejé arrastrar por mis captores, y en unos segundos, nos encontrábamos entrando al salón de ceremonias. La luz del cielo gris de Mina entraba por los balcones. Y en el centro del salón, estaba Marcos y...

Y Ryder.

Estaba de espaldas a mí y al escuchar los pasos resonando, se giró y lo primero que hizo fue clavar sus ojos gris azulado en los míos. La expresión de pánico se apoderó de sus facciones casi al instante.

Magos de Mina: Belial, príncipe del infierno. (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora