Capítulo 19.

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Capítulo 19

¿Deshacerse de mí?

En el idioma de Mina, eso sería más o menos matarme.

Ryder se puso como una fiera al instante. –¡¿De qué rayos estás hablando?! ¡No puedes hacer eso! –Alex me ayudó a tomar a Ryder. Estaba histérico y si no fuera porque Alex y yo los sosteníamos, hubiese gateado la mesa y encendido a su padre.

–¡Ryder! –Chillé. –¡Cálmate!

Marcos se levantó y se acomodó su capa. –Clea, sé que nos regresaste La Piedra de Nami, y te lo agradecemos inmensamente. Pero sabes más que nadie lo poderoso y peligroso que es Belial. Has sido testigo de lo que capaz de hacer sus legiones. ¿Serías capaz de sacrificar a todo los magos de Mina? –Se dirigió a los directores. –Estoy dispuesto a sacrificar una vida, si eso salvará a miles de vidas más.

Alex lanzó una carcajada muy fuerte. –Marcos, arrodíllate y chúpamelo, por favor. –Lo fulminó con la mirada. –¿Eso fue lo único que se te ocurrió? ¿Matar a Clea? ¿Y se supone que eres el director de La Casa principal? –Se rió irónicamente. –Clea ha salvado tu culo y el de tus magos muchas veces. Y si no fuera por ella, no hubieses sobrevivido ni siquiera el primer ataque, el día de la boda. ¿Realmente planeas matar a tu mejor guerrera? Verdaderamente creo...

–Alex. –Lo corté. Lo miré y le sonreí. –Gracias. –Me volví hacia Marcos. Todos los directores se habían colocado de pie y Ryder estaba detrás de mí, haciendo quizás todo el esfuerzo para controlar su ira. –Sí, quizás es mi culpa que la Srta. Anna haya invocado a Belial. Y sí, es mi culpa todos sus ataques, lo acepto. Pero creo que me he hecho responsable de mi culpa. ¿No?

Marcos negó con la cabeza. –Clea, no es personal, pero...

El carraspeó del señor Marcus nos cortó a todos. Abrió sus ojos azules y comenzó a inspeccionar toda la habitación.

–Hay una manera. –Habló. –Si consiguen el sello de la invocación y lo destruyen, el demonio regresará al infierno para siempre.

Alex señaló a Marcus, sonriendo. –¿Ven? El viejo sabe que hay que hacer. –Miró a Marcos con desprecio. –No como otros.

Marcos tenía los ojos cerrados fuertemente. –Les doy tres días. Si no consiguen el sello en tres días...

–Si no conseguimos el sello en tres días –Lo corté, mientras lo miraba, desafiante –, yo misma me mataré.

–¡Clea! –Chilló Ryder. Tomé su mano entre la mía.

Marcos levantó la barbilla. –Me parece un buen trato, Clea Logde. Y me encargaré de que seas recordada como la salvadora de Las Casas.

–Ahórrate lo del título, ¿Sí? –Le di unas de mis mejores miradas de desprecio, para que estuviera claro que lo odiaba y giré sobre mis talones, dejando la sala.

¿Cómo carajos se atreve a proponerme matarme? ¿Acaso piensa que así resolverá todos sus malditos problemas?

–¡Clea! –No me había percatado de que estaba caminando muy rápido. Ryder me tomó del brazo, jadeando. –Dios, lo siento, mi padre...

Negué con la cabeza. –Está bien. –Le sonreí. –No sabe qué hacer, Ryder. Quizás...Bueno, yo en su posición hubiese buscado la manera de no sacrificar más vidas, pero su opción vale. Solo les he traído problemas.

–Nada es tu culpa, Clea. –Ryder se veía realmente asustado. Le prometí que no iba a perderme, y quizás para el pensar en eso...–Y aún si mi padre...hubiese intentado matarte, hubiese tenido que matarme a mi primero.

Magos de Mina: Belial, príncipe del infierno. (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora