Les Debo Mi Amor (Hayffie)

Capítulo 8

Antes de leer esto, necesito decirles que en el capítulo 6 dejé más explicito la parte final. Bueno, no tanto pero les sugiero ir a leerlo ahora mism :)
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Effie no había dormido así de bien en muchos años, tenía una sonrisa en los labios mientras permanecía acostaba sobre su pecho, su olor y su calor la tranquilizaban. En esta ocasión el sueño se sentía muy real, podía sentirlo y olerlo y no deseaba despertar.

― Mami, mami despierta ―escuchaba una voz a lo lejos que la llamaba y empujaban su brazo suavemente.

― Mmm― contestó Effie aun con los ojos cerrados. No deseaba levantarse, quería seguir soñando.

― Mami, tienes que levantarte.

― Lenay ― bostezo y permaneció con los ojos cerrados ― Cariño, dile a Octavia que te haga el desayuno, ¿sí?

― No mamá, la tia Octavia no vino y Leandro te está esperando abajo.

― Leandro, Leandro ―repitió Effie aún medio dormida― ¡Leandro! ―se sentó de golpe y de pronto todos los recuerdos de la noche anterior regresaron a ella. Tomó una sábana para cubrir su pecho y maldijo para sí cuando vio que Haymitch estaba a su lado.

La niña sonrió cuando vio a su padre a un lado.

― ¿Papá durmió aquí? ¿Eso quiere decir que va a vivir de nuevo con nosotras? Di que sí mami, por favor di que sí.

― Cariño, basta ―sacudió la cabeza― te he dicho que no debes entrar en mi habitación sin antes tocar, por favor esperame afuera y en un momento salgo ¿sí?

― Lo siento ―se disculpó la niña pero echó otro vistazo a su padre y salió con una gran sonrisa de la recámara.

― ¡Haymitch! ¡Haymitch despierta! ―lo sacudió.

Él abrió los ojos y frunció el ceño ante la luz que entraba por la ventana de la habitación, pero sonrió en cuanto la vio.

― Buenos días, princesa ―se inclinó para besarla.

Ella se alejó como sí el quemara.

― Tienes que irte de inmediato ―se levantó de la cama llevándose la sábana con ella, era ridículo después de lo que había pasado, pero sentía en ese momento que debía cubrirse.

Comenzó a recoger la ropa del rubio y arrojársela a la cama.

― Necesito que te marches ya.

― No entiendo. ¿Cuál es la prisa?

Ella se agarró el puente de la nariz y cerró los ojos.

― Lo que pasó anoche fue un error, un completo error.

― ¿Las cuatro veces? ―preguntó burlón.

Resopló.

― Fueron tres, no seas pretencioso.

―Tres para mí, pero cuatro para ti, princesa te conozco ―se subió el pantalón y lo abrochó.

Iba a contestarle, pero la puerta de la habitación volvió a abrirse.

―¡Mamá! ―abrió la puerta de nuevo su hija.

―¡Lenay! ¿Qué te dije?

―Leandro está preguntando por ti ¿qué le digo?

―Bajo en 10 minutos, ahora por favor sal de la habitación.

La niña corrió a abrazar a su padre.