Lunes. De nuevo al instituto. De nuevo a la rutina.
Abrí los ojos con pesadez, fijándolos en el techo y, como si se tratara de una maldición, aquellos ojos volvieron a colarse en mi mente. No había conseguido conciliar el sueño en toda la noche y, sinceramente, la idea de tener que ir al instituto no es que me agradara en demasía, y mucho menos sabiendo demás que tendría que encarar al pelirrojo. Eso sí, podría tener la suerte de que no viniera a clase o incluso que, de la misma borrachera, no se acordase de nada.
Solté un suave suspiro y me incorporé, levantándome de la cama y dirigiéndome al baño para prepararme. Supongo que tendría que tentar a la suerte, ya que estaba claro que mis padres no me permitirían faltar a clase.
En conclusión: Me deparaba un largo día por delante.
* * *
Me adentré en el centro intentando aparentar normalidad, pero a cada paso que daba, los nervios cada vez me eran más insoportables. "Por favor, que no haya venido, que no haya venido..." repetía una y otra vez en mi mente. ¿He olvidado mencionar que casualmente el ojigris coincidía en todas y cada una de las asignaturas del lunes conmigo? Maldita sea mi suerte y maldito sea el día en que decidí ir a aquella discoteca.
Nada más entrar en el edificio, me encontré con Rosalya, una gran amiga que me ha ayudado en incontables ocasiones y que la moda es algo que le nubla los sentidos. Me acerqué a ella un tanto apresurada y caminamos hacia el aula mientras conversábamos sobre el fin de semana. Por mi parte preferí no mencionar nada de lo ocurrido con Castiel, o al menos por ahora. Confiaba lo suficientemente en ella como para contárselo, pero ese no era el mejor momento para decírselo.
La sangre se me heló al sentir una insistente mirada sobre nosotras tras cruzar la puerta del aula, aunque más bien, sobre mí. En el fondo sabía de quién se trataba, pero aún no me sentía preparada para encararlo, así que simplemente traté de ignorarlo y la peliblanca y yo nos sentamos en nuestros respectivos asientos.
Las horas pasaron rápidamente y las clases transcurrieron con normalidad para todos, menos para mí. Aquellos ojos no se habían apartado de mí ni un solo instante y por si fuera poco, en la última clase antes del recreo me separaron de mi amiga debido a que no coincidíamos en la misma asignatura.
En cuanto el timbre sonó anunciando el comienzo del receso, tomé todas mis pertenencias con rapidez y salí del aula como alma que lleva el diablo. Podía parecer cobarde por mi parte, pero no iba a negar el hecho de que era cierto que estaba huyendo de él.
Salí al patio tras dejar las cosas en mi taquilla y cuando pensé que me había librado de su presencia, una mano tiró de uno de mis brazos y me acorraló contra uno de los árboles del lugar, escondiéndonos entre unos arbustos.
—Te atrapé... —musitó el pelirrojo con una leve sonrisa socarrona, posicionando sus brazos a los lados de mi cabeza—, ...enana escurridiza.
—¿Qué te hace pensar que me has atrapado? —le respondí y me agaché, escurriéndome de entre sus brazos y consiguiendo liberarme de él.
Al parecer, harto ya de tanto jueguecito, volvió a tomarme de los brazos, pero esta vez sujetándolos con rudeza y volvimos a la anterior posición, aunque esta vez me sujetó para que no intentara huir de nuevo.
—Suéltame, Castiel.
—No me da la gana. Además, deberías dejar de evitarme. Así solo consigues que vaya tras de ti. ¿Qué pasa? ¿Te sientes avergonzada por lo de la última vez?
—Ni que fuera la gran cosa como para darle tanta importancia —respondí mordaz, intentando librarme de su agarre.
—Ah... Hieres mis sentimientos —volvió a decir sarcásticamente y se acercó a mi oído, musitándome lo siguiente y haciéndome estremecer al sentir su respiración—. Aunque, a mi parecer, sí que fue la gran cosa para ti... y aún más habiéndote escuchado pedirme más aquella vez.
Mis mejillas se encendieron a más no poder y mi vista se desvió a un lado, avergonzada. ¿De verdad le había pedido algo así? ¿Realmente me había comportado tan indecentemente?
Nos quedamos en silencio unos simples segundos y seguidamente noté cómo el agarre del chico se iba aflojando poco a poco hasta terminar por soltarme.
—Ni se te ocurra contárselo a nadie —intenté sonar lo más amenazante posible, pero al parecer esas cosas no funcionaban con él.
—¿Y qué pasa si lo hago? —arqueó una ceja, cruzándose de brazos—. Si vas a pedir algo deberías hacerlo bien y no intentar intimidarme, enana.
—Tch... —me mordí la lengua por tal de no soltarle ninguna palabra indebida y cerré los puños con fuerza—. No se lo cuentes a nadie..., por favor.
Sonrió de medio lado un tanto socarrón al escucharme, pero no le duró mucho aquella sonrisa. Había desviado la mirada hacia un lado y su gesto había cambiado por completo, frunciendo el ceño. Seguidamente volvió su vista hacia mí.
—No se lo diré a nadie..., pero solo con una condición.
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[CDM] Jugando con fuego (¿Castiel o Lysandro?) - PAUSADO
Fanfiction¿Cómo reaccionarías si por la mañana, tras haber pasado una noche de fiesta con tus amigas, te encontrases durmiendo en una casa que no conoces, abrazada a un tío y, lo peor de todo, ambos completamente desnudos? Pero sobre todo, ¿qué harías si ese...