Capítulo 26

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     Al poco tiempo después, salimos de la ducha y nos secamos como buenamente pudimos. Ambos teníamos el pelo húmedo y sin secar. Por mi parte, había cogido una toalla mediana para enrollar mi pelo en ella y dejarlo reposar sobre mi cabeza, mientras que Castiel había optado por simplemente dejárselo tal y como estaba.

     El chico no había podido evitar sonreír al verme con la toalla en la cabeza y vistiendo una de sus camisetas y uno de sus pantalones. Me quedaban enormes. Tenía planeado quedarme un rato más con él, y como me daba cierta pereza ponerme mi ropa ajustada, le había pedido aquellas prendas para ir un poco más cómoda por su casa. Por su parte, también se había vestido, aunque esta vez se había puesto un pantalón de chándal negro para ir igual de cómodo que yo.

     Justo cuando estuvo a punto de dirigirse hacia el salón, lo detuve.

     —¿En serio vas a dejarte el pelo así? —le pregunté, tomándolo del brazo—. Te recuerdo que estamos en invierno ya.

     —Para mí no es invierno hasta que sea diciembre —me contestó, girándose hacia mí y dedicándome una sonrisa de lado—. Además, no eres la más indicada para decírmelo teniendo eso puesto —añadió, señalando la toalla que tenía en la cabeza a la par que intentaba disimular una pequeña risotada.

     —Esto es solo temporal —le expliqué, señalando yo también a la toalla—. Tenía pensado robarte el secador, pero ni siquiera sé si tienes uno. Y de todas formas la semana que viene ya estaremos en diciembre. Ya está empezando a hacer fresco y... no me gustaría que te resfriaras.

     —¿Estás... preocupada por mí? —no pudo evitar ensanchar la sonrisa al preguntarme aquello. Evidentemente, ya conocía la respuesta, pero parecía que quería escucharlo directamente de mi boca.

     —Pues... —mis mejillas se colorearon sutilmente y aparté un poco la mirada, sintiéndome un poco avergonzada al verlo mirarme de aquella forma—, claro que sí. ¿Por qué no iba a estarlo?

     El de ojos plomizos agachó ligeramente la cabeza, apartando la mirada hacia el suelo, captando mi atención. En cuanto volví a echarle un ojo, mi corazón se disparó. No me miraba, pero podía ver cómo sus ojos brillaban sutilmente, cómo sus mejillas se habían sonrojado ligeramente y cómo su boca mostraba una sonrisa de oreja a oreja de felicidad. Aquel gesto me derritió el corazón y me estremeció por completo. ¿De verdad estaba tan colado por mí como para mostrarme un gesto tan tierno?

     Antes de siquiera poder reaccionar, sus brazos me rodearon por completo y me apegaron a su cuerpo, escondiendo su enrojecido rostro de mi visión y abrazándome con fuerza. Hinchó sus pulmones y seguidamente después, dejó escapar poco a poco el aire en un suave suspiro, haciéndome cosquillas en el cuello.

     Al momento después, se separó lentamente de mí y me susurró un "ven" mientras me cogía de la muñeca, arrastrándome hasta el baño.

     Una vez allí, abrió uno de los muebles y sacó un secador de color rojo chillón, tendiéndomelo para que lo utilizara. Una risilla se me escapó de mis labios. Nunca pensé que tendría un secador de un color tan intenso.

     —No fui yo quien lo compró. Es el secador de mi madre —se excusó.

     —Ya, claro —respondí divertida ante la situación y cogí el secador entre sus manos.

     —...A mí tampoco me gustaría que te resfriases —musitó con gesto serio, mirándome de reojo y con las mejillas aún un tanto enrojecidas.

     Esta vez fui yo quien sonrió como una tonta.

     —Hagamos una cosa. Me seco el pelo, si tú también te lo secas —le propuse.

[CDM] Jugando con fuego (¿Castiel o Lysandro?) - PAUSADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora