Capítulo 25

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     Minutos después de habernos dejado llevar por la adrenalina del momento, nos encontrábamos tumbados en la cama medianamente tapados con las sábanas, acurrucados el uno junto al otro mientras el silencio reinaba imperante en la habitación.

     Castiel estaba recostado boca arriba y su brazo izquierdo rodeaba mi cuerpo, haciendo que lo utilizara de almohada y ocasionando que nuestros cuerpos estuviesen pegados inevitablemente. Tenía los ojos abiertos, fijos en el techo, con gesto serio pero desenfadado. Estaba completamente sumergido en sus propios pensamientos y parecía como si no se hubiese dado cuenta del tiempo que llevábamos sin decir una sola palabra.

     Siendo franca, estando en esa situación, no sabía cómo demonios sentirme.

     El silencio, aunque no lo pareciese, no era para nada incómodo, el problema era más que nada que no sabía qué era lo que me acabaría diciendo el pelirrojo después de este. Estaba un poco nerviosa, pero no tanto como antes. Le había dicho la verdad y me había quedado finalmente tranquila. Ahora solo quedaba esperar a saber las consecuencias de mis actos y cómo reaccionaría Castiel después de que terminase de meditar y analizar sus posibles opciones.

     Por otra parte, a pesar de toda aquella situación, me sentía reconfortada entre sus brazos. El hecho de que no me hubiese echado a patadas de la casa, me daba esperanzas. Su "abrazo" me transmitía calidez y comodidad, y no podía evitar sentir un pequeño hormigueo en mi interior. Podía asegurar que escuchaba mi corazón latir con fuerza retumbando en mis oídos. Era una extraña y agradable sensación a pesar de estar en un momento tan tenso.

     Dirigí la vista hacia él, evitando moverme lo menos posible para no interrumpir sus pensamientos y dar cabida al inicio de la conversación. Paseé la mirada por cada una de sus facciones. Su pelo alborotado, su frente, sus ojos, su nariz, sus mejillas, sus labios... A cada segundo que me pasaba analizando y observando su rostro, más rápido sentía que me latía el corazón.

     —¿Estás enfadado?

     Las palabras se habían escapado de mi boca sin darme cuenta. Me había llevado un buen rato pensándolo. No actuaba como si lo estuviese, ni siquiera lo mostraba en su gesto, pero era obvio que debía estarlo, aunque sea mínimamente.

     No me contestó. Sin embargo, había captado su atención, pues noté cómo su vista se clavaba en mí durante unos segundos, observándome de reojo, para después volverla a dirigir hacia el techo.

     —¿Qué ha pasado entre vosotros... —comenzó a preguntar al rato después. Su voz era ligeramente ronca y áspera—, para que hayáis acabado acostándoos? —no pudo evitar hacer una mueca al pronunciar aquella última palabra.

     Me mantuve observándolo unos segundos más, pero además de aquella mueca, no había cambiado de expresión prácticamente. Ahogué un pequeño suspiro, entre aliviada y nerviosa.

     «Cuánto más breve sea mi explicación, antes acabaremos con todo este sufrimiento».

     —Le grité a Lys en la discoteca que había estado enamorada de él —aquello captó la atención absoluta del pelirrojo. Incluso estuvo a punto de girarse y mirarme directamente, pero se contuvo—, pero que como sabía que no me correspondería, había pasado página y me acostaría con el primer tío que "me entrase por los ojos". Es por eso que tú y yo acabamos... —me callé. No era por ahí por donde quería llevar la conversación, así que cambié el transcurso del argumento—. Bueno, la cosa es que Lys sí que me correspondía desde hacía tiempo, pero yo no lo sabía. Por eso, después del picnic quiso acompañarme a casa, para contarme lo que pasó. También me acabó diciendo que ya sabía lo que había entre nosotros y que dado que no era algo... "serio", nada le impedía tratar de conquistarme y, que tarde o temprano, fuese yo quien acabase eligiendo entre los dos.

[CDM] Jugando con fuego (¿Castiel o Lysandro?) - PAUSADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora